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Nos pintamos de naranja



JUEVES POLÍTICO


Jueves 12 de Diciembre de 2024 8:08 am


EL 25N es un día donde se busca erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, un día en que se concientiza sobre esos actos de terror, grandes o pequeños, que las mujeres viven día a día en el mundo.

Sin embargo, aunque el motivo es claro, invitar a la reflexión por un día se queda muy corto, comparado con los 365 días donde una mujer sale de casa sin saber si regresará a salvo o si se le hará justicia frente a un caso.

Por ello, en Colima, se decidió con pertinencia pintarse 16 días de naranja; días en los que se concentraron en el activismo para visibilizar los tipos de violencia que las niñas, adolescentes y mujeres viven en el estado. Muchos municipios se sumaron a las acciones, donde se entregaron violentómetros y acosómetros, y se impartieron charlas sobre este problema.

El conversatorio “Calle sin acoso” ayudó a evidenciar este hostigamiento como una problemática a atender desde los diferentes frentes: casa, sociedad y Gobierno. Sin duda, esto requiere un trabajo en equipo, pero el hecho de sumarse a estas acciones y querer aprender ya es poner un granito de arena.

La deconstrucción es un proceso solitario y doloroso, pues hay muchas formas en las que puedes ejercer violencia sin darte cuenta por la normalización de la misma. No reírse de chistes misóginos, parar a alguien cuando le grita a una mujer en la calle y acompañar a alguien en su proceso de demanda, son algunos de los actos que marcan la diferencia ante estas situaciones; parecieran pequeñas, pero tales acciones ayudan a detener situaciones de violencia, y más importante aún, a un futuro agresor.

La presidenta municipal de Villa de Álvarez, Tey Gutiérrez, ha sido enfática no solo durante estos 16 días en el tema de tomar acciones para proteger y mejorar la calidad de vida de las villalvarenses; todo el año ha dado seguimiento a proyectos, como Botón Diana, una aplicación para que las mujeres reporten situaciones de peligro o denuncien violencia intrafamilar, y la Feria de Mujeres Emprendedoras, donde se apoya un rubro que, como ya se ha dicho en este espacio, representa parte importante de la economía de Colima.

Ni uno ni 16 días naranjas son suficientes; las acciones para erradicar la violencia hacia la mujer deben ser diarias, constantes y rigurosas ante los actos que necesiten ser sancionados.

 

Derecho a la no esclavitud

 

EN el Día de los Derechos Humanos, nos enfrentamos a una realidad desgarradora: la trata de personas y la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes son una lacra en nuestra sociedad. En México, entre 2015 y 2024, 2 mil 562 menores de 0 a 17 años de edad fueron víctimas de este delito, con un aumento preocupante en los últimos años.

La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) nos alerta sobre la gravedad de esta situación. El informe “Trata de personas de niñas, niños y adolescentes en México 2024” revela que el promedio de víctimas ha aumentado de 15.3 a 27.9 por ciento entre 2018 y 2024. Esto es inaceptable.

La explotación sexual es una forma de esclavitud moderna que afecta desproporcionadamente a las niñas. De las 2 mil 562 víctimas, mil 915 son mujeres. Esto nos habla de una sociedad que sigue perpetuando la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres.

Quintana Roo, con 27.27 por ciento de los casos, es el estado con mayor registro. La Ciudad de México, Puebla, Estado de México, Chihuahua, Zacatecas y Baja California también figuran entre las entidades con alta incidencia.

La migración es un factor de vulnerabilidad significativo. Niñas, niños y adolescentes migrantes son más propensos a ser explotados. Por eso, es positivo que el Gobierno federal envíe recursos, en este caso, 2 millones de pesos, al DIF Estatal de Colima para fortalecer la atención a esta población.

Sin embargo, debemos ir más allá. Es necesario fortalecer las políticas públicas para prevenir y combatir la trata de personas y la explotación sexual. Además de proteger a las víctimas y brindarles acceso a servicios de atención integral; erradicar la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres; y garantizar la educación y conciencia sobre los Derechos Humanos y la no esclavitud.

No podemos permitir que la esclavitud moderna siga existiendo en nuestro país. Debemos actuar ahora para proteger a las niñas, niños y adolescentes y garantizar su derecho a la no esclavitud.

 

Elena Garro, 108 años

 

CON su producción literaria, Elena Garro no solo marcó un precedente en las letras mexicanas, también demostró estar adelantada a su época, tanto por su estilo personal como por los temas sociales que con su narrativa abordó, mostrando una faceta de México que pocos de sus contemporáneos tocaban.

Hoy, a 108 años de su nacimiento, y con una situación como la que a nivel nacional se vive actualmente, la pertinencia de su mirada literaria sale de nuevo a la luz, haciendo justicia a lo que por años se mantuvo de alguna forma eclipsado. Originaria de Puebla, la escritora y periodista comenzó a incursionar en el escenario literario mexicano desde su época como estudiante de Letras Españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiempo después, incluso llegó a estudiar en Berkeley y La Sorbona.

Más allá de hablar sobre las especulaciones sobre su vida, es importante resaltar la calidad de su obra y la trascendencia de la misma en el panorama literario de México. Tal vez el perfil sobresaliente de la narrativa de Garro reside en su capacidad para crear atmósferas que encajan en el conocido realismo mágico, por ejemplo, con la novela Los recuerdos del porvenir y los cuentos La semana de colores y La culpa es de los tlaxcaltecas. Sus descripciones detalladas y su manera peculiar de utilizar el lenguaje transportaron a sus lectores a mundos mágicos y misteriosos, donde la realidad se desdibuja y los límites entre lo consciente y lo inconsciente también se difuminan.

La figura de la mujer en su producción ocupa un lugar central, encontrando una ambivalencia en sus personajes femeninos, además de abordar temas como el feminicidio, la violencia sexual y la injusticia hacia los indígenas; todos polémicos en aquellos años, claro. Elena Garro, una de las voces más innovadoras de la literatura mexicana, fue condecorada con los premios Xavier Villaurrutia, Grijalbo, Sor Juana Inés de la Cruz y el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada.

Aunque podría sonar poco creíble, la escritora pasó sus últimos años marginada y en decadencia, junto con su hija, Helena Paz Garro, pues ella misma relató que alguna vez tuvo que dormir en albergues para indigentes. A pesar de ser ensombrecida por situaciones político-sociales de su época, su producción literaria habla y se sustenta por sí misma, erigiéndose por sobre muchas figuras contemporáneas a ella.

Por estas mismas razones, tanto críticos literarios como asiduos lectores externaron total descontento en 2016, cuando la Editorial Drácena expuso la obra de Garro con un cintillo que versaba: “mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges”, texto con el que adjudicaron en gran medida el prestigio de la autora a figuras masculinas.

Las ediciones fueron retiradas casi de inmediato, debido a la denuncia de lectores que buscaban una reivindicación de la imagen de la autora, cuyo trabajo destaca por sí solo, sin etiquetas, de esas que se solían adjudicar a las mujeres. De igual forma, sería difícil contener en los 20 centímetros de un cintillo la grandeza de esta escritora prolífica y precursora del feminismo.

 

Entrevistas diferentes

 

LA representación de las mujeres en la pantalla grande ha experimentado una notable transformación a lo largo de los años, reflejando los avances sociales. En sus inicios, el cine solía encasillar a las mujeres en roles secundarios, limitados a la figura de la doncella en peligro, el interés romántico o la madre abnegada; sin embargo, con el paso del tiempo, la industria ha comenzado a cuestionar y romper estos estereotipos.

El feminismo influyó significativamente en el cine, dando paso a personajes femeninos más complejos y narrativas donde las mujeres no solo eran objetos de deseo, sino sujetos de sus propias historias. Películas como Alien, con el personaje de Ripley interpretado por Sigourney Weaver, marcaron un hito al presentar a una mujer como la heroína de acción principal, desafiando las convenciones del género.

Así, las mujeres han ganado protagonismo en roles que van más allá de los clichés tradicionales; hoy en día, vemos personajes femeninos liderando películas de acción, ciencia ficción, comedia y drama, mostrando fortalezas, vulnerabilidades y un rango emocional completo; además, existe una gran diversidad en las representaciones, las cuales incluyen historias de mujeres de diferentes culturas, edades, orientaciones sexuales y trasfondos sociales.

Pero el cambio no solo se limita a la pantalla, pues también las mujeres han comenzado a ocupar roles detrás de cámaras como directoras, guionistas y productoras, influyendo en la narrativa desde su concepción. Ejemplos como Kathryn Bigelow, quien ganó el Oscar a Mejor Dirección por The Hurt Locker, y Greta Gerwig, aclamada por su dirección en Lady Bird y Little Women, demuestran cómo las voces femeninas están redefiniendo el cine.

Aunque ha habido avances significativos en la representación femenina, situaciones recientes demuestran que los prejuicios y la desigualdad aún están profundamente arraigados.

Un ejemplo clásico y ampliamente comentado fue cuando un entrevistador, durante la promoción de una película de Marvel, preguntó a Scarlett Johansson si llevaba ropa interior al interpretar a Black Widow; esta pregunta, lejos de centrarse en su preparación actoral, en la complejidad del personaje o en la importancia de su papel dentro del Universo Cinematográfico de Marvel, evidenció cómo las mujeres en el entretenimiento son reducidas frecuentemente a su apariencia física o sexualidad, y este tipo de tratamiento contrasta con las preguntas más serias y profesionales dirigidas a sus compañeros masculinos, subrayando un sesgo claro en la percepción de género.

Así, la evolución de las mujeres en la pantalla grande es un reflejo del cambio cultural y social, con avances innegables en unos rubros, y pensamientos sexistas y arcaicos en otros.