ALGO MÁS QUE PALABRAS
VÍCTOR CÓRCOBA HERRERO*
Las necesarias fibras del corazón
Lunes 23 de Diciembre de 2024 8:34 am
DEJEMOS que arranque el ímpetu, con su lenguaje místico y
con el sigilo de su vocabulario, para que el intercambio de felicitaciones no
pierda su profundo valor contemplativo de comunión y que la fiesta de las
fiestas no quede absorbida por la necedad mundana del consumo simplista. Los hilos luminosos están en todas las celebraciones
navideñas; sus filamentos germinan de las entretelas del singular verso que
somos, acontecimiento que supera los límites del espacio y del tiempo, porque
ese recién nacido que llevamos consigo, está realmente presente a nuestro lado,
lo podemos hallar ahora mismo, en un hoy sin ocaso. Es cuestión de reconocernos, para volver a ser poesía en
vez de poder, donación en vez de acopio, poniendo el alma en la siembra y no en
las armas, que nos destruyen. Hay que renovarse, transformar la existencia,
abriéndonos en carne viva para cosechar la eterna felicidad. En efecto, el
autor del mundo, nos insta a volver a la verdad y a revolvernos contra las
dobleces. Tomemos conciencia, de ello. Tanto la Navidad como la Pascua son conmemoraciones
gozosas, en las que celebramos la lírica de la inocencia con el nacimiento del
género humano redimido, invitándonos al desprendimiento de las cosas de aquí
abajo, para liberarnos y resplandecer como la luz del día. Sólo hay que
adentrarse en la ternura para percibir, como floración filial del amor, que no
hay más vida que la de dejarse amar, para reconducir el camino que nos
fraternice. El Niño Dios es nuestro todo en todos. No pasemos de largo
ante Él, despojémonos de la indiferencia para vivir esta manifestación
omnipotente. Dejemos que nuestro pulso se agite y que los latidos nos
conmuevan. Las caricias celestiales son la mejor sanación para nuestros
adentros, no lo olvidemos jamás.
Sin duda, es tiempo de donarse y de aprender a reprenderse.
Salgamos en busca de esa estrella inmaculada a rehacernos, sobre todo en el
servicio al prójimo, que es lo que en realidad nos enternece y eterniza,
llenándonos de vida. Ojalá se vuelva a encender en nuestro interior la ilusión;
mientras se abre un nuevo compás humanitario, llenando el orbe de confianza y
de buena voluntad. Por desgracia, nos falta compromiso universal en los
principios y valores, en las ideas y en las concepciones. De ahí los combates
absurdos que nos mortifican, por no deponer nuestras falsas certezas y la
soberbia intelectual. Corrijámonos, pues.