Cargando



RAZONES



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Combate


Martes 24 de Diciembre de 2024 8:17 am


LE tenemos miedo a las palabras, pero el hecho cierto es que los cárteles mexicanos son terroristas. Utilizan armamento militar de alto poder, realizan ejecuciones cotidianas, secuestran, desaparecen personas, realizan masacres indiscriminadas, usan minas terrestres, drones con explosivos, se apropian de empresas, ranchos, minas. Ese conjunto de acciones con un costo de 200 mil vidas sólo el sexenio pasado, más de 50 mil desaparecidos, y un alto precio para la calidad de vida y el desarrollo del país, puede y debería considerarse terrorista. Y desde cualquier visión externa se califica como tal.

El problema no es que Trump califique como terroristas a los cárteles, es que nosotros no lo hagamos y no actuemos contra esas organizaciones criminales desde esa lógica cuando, además, sus raíces se están imbricando cada vez más con otros fenómenos internacionales. Considerarlos aquí terroristas significaría un instrumento muy útil para combatir en la Unión Americana la venta de armas a esos grupos.

Si el Gobierno federal aceptara que los cárteles sí son terroristas, el combate contra ellos sería más claro, más contundente y la colaboración indispensable para llevarlo a cabo sería más transparente y podría colocarse incluso sobre otras bases, incluyendo los temas que involucran a EUA.

Cuando Trump dice que declarará terroristas a los cárteles mexicanos y decimos que no aceptaremos actitudes injerencistas, no estamos diciendo nada. Si compartiéramos la definición, podríamos establecer políticas y mecanismos de colaboración comunes mucho más eficientes.

¿Cómo se define el terrorismo? Como la “provocación o mantenimiento en estado de terror a la población, mediante actos que pongan en peligro la vida, la integridad física o la libertad de las personas o la conservación de los bienes”. ¿No estamos viviendo eso, por ejemplo, en Sinaloa? Más de 600 asesinatos en 3 meses, 700 desaparecidos, miles de vehículos robados por criminales para usarlos en sus operativos, viviendas destruidas, comercios cerrados durante semanas, calles desiertas.

El Gobierno federal está interviniendo con fuerza en el estado, pero es evidente que esa intervención debe superar todo lo realizado hasta ahora.

El discurso de que se atacarán las causas entra, como siempre, en la categoría de las entelequias: ¿cuáles son las causas de la violencia actual en Sinaloa? ¿De verdad son la pobreza en uno de los estados más ricos del país, o la falta de educación en uno que tiene altos índices de escolaridad, se pueden superar esas causas con programas asistenciales?

Las causas de la violencia en Sinaloa tienen raíces muy profundas y están relacionadas en buena medida con el involucramiento o complacencia de parte de la sociedad y de las propias instituciones de gobierno con el crimen organizado, en el pasado y en la actualidad.

Por eso la intervención del Gobierno federal, la imposición de nuevas autoridades de seguridad y el endurecimiento de las políticas de seguridad son bienvenidas, son una demostración de que se toma en serio el desafío.

La firmeza que la nueva administración está mostrando en los temas de seguridad deben corresponderse con una narrativa hacia dentro y hacia fuera que le permita consolidarla, y a veces, en la actualidad, la propia narrativa la debilita.

Dejemos a Trump con su retórica y pensemos en nuestra realidad y cómo modificarla desde la lógica de nuestros propios intereses internos y nada es más importante para nosotros como país hoy que derrotar a estos grupos criminales.