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Día Internacional del Policía



JUEVES POLÍTICO


Jueves 02 de Enero de 2025 8:07 am


EL Día Internacional del Policía, que se originó el 2 de enero de 1927, es una ocasión para reflexionar sobre los avances y desafíos dentro de las fuerzas policiales, especialmente en lo que respecta a la integración y equidad de género. Aunque las mujeres comenzaron a formar parte de los cuerpos policiacos en México en 1930 con la creación del primer Cuerpo Femenil de Policías, su participación sigue siendo desigual y enfrenta numerosos retos estructurales y culturales.

En sus inicios, las mujeres policías se encargaban de roles considerados "tradicionalmente femeninos", como el cuidado de niños, la limpieza de oficinas y la vigilancia de reclusas. A pesar de que hoy desempeñan funciones cruciales en la seguridad pública, incluyendo puestos de mando y operativos, los números son claros: al cierre de 2023, solo 9.7 por ciento de las personas titulares de las instituciones de seguridad pública estatales eran mujeres, según datos del Inegi.

Esta baja representación refleja no solo un problema de oportunidades, sino también un sistema estructurado alrededor de estereotipos de género. La idea de que la labor policial es una función predominantemente masculina persiste, junto con barreras que van desde acoso sexual y discriminación hasta desigualdad salarial. Mientras los hombres en puestos de responsabilidad policial ganan en promedio 17 mil 403 pesos al mes, las mujeres reciben solo 12 mil 518 pesos, una brecha salarial que no tiene justificación en términos de desempeño o capacidad.

Además, las mujeres policías enfrentan condiciones laborales que dificultan la conciliación entre la vida personal y profesional. Las responsabilidades familiares, tradicionalmente asignadas a las mujeres, y la falta de políticas institucionales de apoyo, como horarios flexibles o guarderías, limitan su acceso a posiciones de liderazgo.

Hay ejemplos positivos que deben inspirar cambios estructurales. Maribel Cervantes Guerrero, quien en 2012 se convirtió en la primera mujer al mando de la Policía Federal, y Rosa Icela Rodríguez Velázquez, secretaria de Gobernación y anteriormente secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, demuestran que las mujeres pueden liderar con éxito en un campo históricamente dominado por hombres.

En Colima, solo 232 de las 625 personas adscritas a instituciones de seguridad pública son mujeres. Este dato resalta la urgencia de fomentar un entorno laboral más equitativo, desde la contratación hasta las promociones y la capacitación.

Es imperativo que el Día Internacional del Policía no sea solo una celebración, sino un momento para evaluar cómo las fuerzas de seguridad pública pueden transformarse para ser verdaderamente inclusivas.

 

El diario de Ameyali

 

La violencia de género es un problema que, conforme pasa el tiempo, se propaga de manera cada vez más rápida en la sociedad colimense, esto si tomamos en cuenta la posición en el que a nivel estatal nos encontramos en materia de violencia de género, ejercida en cada una de sus modalidades contra las colimenses sin distinguir edad, clase social u ocupación.

Pareciera que esta problemática se nos desborda, y tal vez es difícil pararla a corto plazo; sin embargo, a esta lucha se han sumado instituciones que, con mayor alcance, combaten esta sombra que asecha a las mujeres de Colima.

Tal es el caso del Instituto Colimense de las Mujeres, instancia que promueve la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, así como el ejercicio pleno de los Derechos Humanos de las mismas y su participación en la vida política, cultural, económica y social del estado.

Desde su creación en 1998, el Instituto Colimense de las Mujeres se encarga de llevar a cabo campañas informativas e impulsar acciones referentes a la violencia de género. Una de las estrategias que llevan a cabo desde mayo del año pasado es la difusión de la radionovela El diario de Ameyali, en un formato atractivo y claro en su información para que, de forma un poco más dinámica, las colimenses de todas las edades conozcan las distintas máscaras de la violencia, cómo detectara y combatirla.

Esta radionovela se presenta como una herramienta invaluable para visibilizar la problemática y empoderar a las mujeres, con las ventajas que conlleva debido a la naturaleza de su formato. De esta forma, puede generar empatía y ayudar a las mujeres a reconocer situaciones de violencia en su propia vida o en la de sus seres queridos y es accesible para un público amplio.

Entre la amplia gama de temas que toca, se encuentran la violencia feminicida, digital y comunitaria, desaparición de mujeres y niñas, abuso sexual. Al ser Colima un estado que ocupa el primer lugar a nivel nacional en homicidios a mujeres y el segundo en feminicidios, El diario de Ameyali ayuda a difundir información para prevenir, detectar y denunciar violencia contra las colimenses en un formato apto para todo público.

De manera semanal, a través de sus redes sociales, el Instituto Colimense de las Mujeres publica los capítulos de la radionovela, y lo acompaña con el tema que se aborda en ese fragmento, y una acotación final que me parece también acertada para cerrar este comentario: “Recuerda que ante cualquier situación de violencia puedes llamar a Línea Mujer 075, que está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana”.

 

Mujeres deportistas

 

A lo largo de los años, el papel de las mujeres en el deporte ha evolucionado significativamente, dejando claro que la excelencia y el talento no conocen género. Recientemente se han dado reconocimientos como los de la mexicana Katia Itzel García, nombrada una de las mejores árbitras del mundo, e Ivone Martínez, igualmente mexicana, seleccionada para el Juego de Estrellas de la Liga Profesional de Voleibol de Sala en España, y son testimonio del impacto que las mujeres están logrando en disciplinas históricamente dominadas por hombres.

Estos logros no son por pura suerte, son el resultado de décadas de esfuerzo, sacrificio y dedicación de mujeres que han decidido desafiar las barreras culturales, estructurales y sociales; pues la inclusión de figuras femeninas en roles destacados, ya sea dentro de la cancha como jugadoras o fuera de ella como árbitras y entrenadoras, representa un cambio profundo en la percepción de género en el deporte.

Sin embargo, no podemos ignorar que la brecha de género sigue existiendo en aspectos como la visibilidad mediática, los salarios, las oportunidades de patrocinio y el acceso a posiciones de liderazgo, pero pesar de ello, estas brechas se siguen combatiendo con el trabajo incansable de mujeres que no solo destacan por sus logros individuales, sino que inspiran a generaciones enteras a creer en sus capacidades y perseguir sus sueños en cualquier deporte.

El caso de Katia Itzel García es emblemático, ya que su inclusión en la élite arbitral mundial no solo es un reconocimiento a su profesionalismo, sino también una muestra de que las mujeres tienen un lugar legítimo en todos los aspectos del deporte, incluso en roles que tradicionalmente se han asociado con los hombres. Por su parte, Ivone Martínez se ha ganado un lugar en el prestigioso Juego de Estrellas, reafirmando que las atletas mexicanas pueden competir y destacar a nivel internacional, dejando en alto el nombre de su país.

A pesar de los avances logrados en la equidad de género en el deporte, las mujeres deportistas siguen enfrentando obstáculos que limitan su desarrollo profesional y su reconocimiento en igualdad de condiciones, como lo son las diferencias en las remuneraciones entre hombres y mujeres, la falta de visibilidad, ya que los eventos deportivos femeninos reciben considerablemente menos cobertura mediática que los masculinos, y no podemos dejar de lado como las mujeres deportistas a menudo enfrentan prejuicios sobre su apariencia, fuerza y habilidades, y en algunos casos, son juzgadas más por su físico que por su desempeño, lo que distorsiona la forma en que se perciben sus logros.

 

Beatriz: resiliencia ante el Estado

 

POCO antes de terminar el año 2024, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió al fin la sentencia en la que señala la responsabilidad del Estado salvadoreño en el caso Beatriz y otros. ¿Por qué al fin? Tuvieron que pasar 11 años para que se pudiera dictaminar al respecto de la situación que Beatriz se vio obligada a afrontar.

Beatriz, una mujer de bajos recursos y enferma de lupus, fue prácticamente obligada a seguir con un embarazo que puso en riesgo su vida y en el que, a pocos meses de gestación, se descubrió que el feto no tenía posibilidades de sobrevivir al presentar anencelafia, es decir, gestaba un feto sin encéfalo ni cráneo.

Aunque los médicos a cargo de su caso presentaron la recomendación de interrumpir el embarazo, el Estado salvadoreño le negó tal acción debido a la ley de penalización absoluta del aborto en El Salvador.

La historia de Beatriz es un doloroso recordatorio de las consecuencias de leyes restrictivas sobre el aborto y de la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. El hecho de que una mujer haya sido condenada a prisión por complicaciones durante un embarazo, a pesar de que el feto no era viable, es una clara muestra de la violencia institucional que enfrentan las mujeres en muchas partes del mundo.

Vale la pena recordar que la violencia obstétrica es una forma de violencia de género que se ejerce durante el embarazo y el parto y el posparto, y se relaciona con prácticas médicas innecesarias, falta de respeto a la autonomía de las mujeres, negación de información y, en el caso de Beatriz, la criminalización de las mujeres que sufren enfermedades graves que comprometen su vida en el proceso de gestación.

Además de representar un hito en la lucha por los derechos de las mujeres en Latinoamérica, es un llamado de atención a otros países para reconsiderar la despenalización del aborto para garantizar la salud y el bienestar de las mujeres, especialmente en situaciones de riesgo para su vida o salud.

La sentencia de la Corte hacia El Salvador señala que el Estado es internacionalmente responsable de no garantizar los derechos de una mujer que transitó un embarazo con riesgos múltiples en una situación de violencia obstétrica. Y aunque el tema dista mucho de ser benéfico en el resto del mundo, este caso es un rayo de esperanza y un impulso a luchar, desde cada trinchera, por asegurar para todas una vida de calidad y el respeto a los Derechos Humanos. Es un recordatorio de que la justicia es posible y de que la voz de las mujeres es cada vez más fuerte.