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De mujeres para mujeres



JUEVES POLÍTICO


Jueves 09 de Enero de 2025 7:56 am


YA lo decía aquella canción de mediados de 1960: “es un mundo de hombres”. Es difícil señalar lo contrario cuando los números continúan arrojando este hecho en temas como brecha laboral y salarial, actividades de cuidado y del hogar, entre un largo etcétera.

En un mundo “de hombres”, existen situaciones que lo transgreden y son celebradas por su contraparte, como la llegada de una mujer a la Presidencia de un país o la aprobación de políticas públicas que garanticen su salud y mejoren su calidad de vida. Las mujeres, entonces, se esfuerzan diariamente, tanto de manera individual como colectiva, para crear y mantener espacios seguros para sus sucesoras, en distintos ámbitos. Estos espacios no son algo menor, pues se convierten en catalizadores de cambios profundos en la percepción y autopercepción de las mujeres.

Un ejemplo es la creación de eventos diseñados en su totalidad por mujeres y ofertados exclusivamente para mujeres, mismos que se erigen como oasis de conexión y empoderamiento femenino, entendido como la adquisición de control y decisión como parte activa de la sociedad.

El distintivo de estos eventos por y para mujeres radica en la creación de un entorno seguro, donde las mujeres pueden expresarse sin temor a ser juzgadas, minimizadas o ignoradas, pues se encuentran entre un colectivo que muy probablemente se identifique con situaciones en común. Surgen entonces oportunidades enriquecedoras para compartir experiencias, desafíos y logros. Es en estos diálogos hace eco el apoyo y la sororidad, que no es otra cosa que solidaridad entre mujeres.

Pero el alcance es aún mayor, pues los eventos se convierten en una plataforma para visibilizar las diversas realidades que viven las mujeres, y adquirir de manera conjunta herramientas y conocimientos para abrirse espacio en sectores que aún hoy día son mayormente ocupados por hombres.

En Colima, son cada vez más las propuestas de espacios de esta índole, y comenzando 2025 llega una opción interesante a Casa Sempoali, el 11 de enero en Comala: una noche sonidera en la que se congregarán cantautoras, raperas, productoras y DJs para presentar todo un sound system feminista.

La propuesta de poder femenino que este y muchos eventos y talleres han traído a Colima busca integrar a las colimenses sin distinción, y crear, de manera temporal al menos, espacios abiertos y diversos, donde mujeres de todas las edades, orígenes, orientaciones sexuales e identidades de género, puedan encontrar un momento de disfrute y reflexión sin preocuparse por lo que conlleva ir a espacios públicos mixtos.

La siguiente etapa sería establecer estos espacios de manera permanente, a lo que juegan en contra factores como la falta de recursos, la estigmatización y la invisibilización, que dificultan la organización y participación en estos eventos. Ojalá que, mientras aumenta la participación femenina en sectores de gobierno y opinión, se vayan abriendo puertas que faciliten que estaos espacios de mujeres para mujeres se sigan creando y se mantengan.

 

Día de la Enfermera: lucha por la igualdad

 

CADA 6 de enero, en México, se celebra el Día de la Enfermera, una fecha que resalta la importancia de quienes desempeñan un rol vital en el sistema de salud. A lo largo de las décadas, la enfermería ha transitado de ser un oficio percibido como "menor" a consolidarse como una profesión especializada, demandante y de alta responsabilidad. Sin embargo, este avance no ha sido suficiente para superar los retos que persisten en torno a su ejercicio, entre ellos la feminización de la profesión y las desigualdades de género que esta conlleva. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), al cierre de 2021 había en México aproximadamente 620 mil personas trabajando en enfermería, de las cuales el 79 por ciento eran mujeres. Este dato no solo confirma la feminización de la profesión, sino que también pone de relieve las desigualdades históricas que enfrentan las mujeres en este campo.

La predominancia femenina en la enfermería no es casual; responde a una construcción social que históricamente ha vinculado el cuidado y la atención a la salud con roles "naturales" asignados a las mujeres. Esto no solo perpetúa estereotipos, sino que también genera barreras específicas: salarios promedio inferiores, menos oportunidades de desarrollo profesional y una subvaloración de su labor, tanto dentro como fuera del ámbito médico. 

Por ejemplo, aunque la remuneración promedio de los enfermeros profesionales es de 11 mil 743 pesos mensuales, quienes se desempeñan como técnicos o auxiliares ganan cifras aún menores, acentuando una brecha salarial que afecta mayoritariamente a las mujeres. Durante la pandemia por Covid-19, este grupo de profesionales estuvo en la primera línea de atención, enfrentando altos riesgos de contagio y jornadas extenuantes, pero sin un reconocimiento proporcional a su esfuerzo y sacrificio. 

La enfermería no está aislada de la estructura de desigualdad que atraviesa al sistema de salud. A lo largo de la historia, las médicas, enfermeras y otras profesionales han tenido que derribar techos de cristal y superar prejuicios para ser reconocidas como piezas fundamentales en la atención médica. 

Es revelador que, cuando las mujeres comenzaron a incursionar en la Medicina, se les relegara a especialidades como Ginecología y Pediatría, perpetuando la idea de que su trabajo debía limitarse al cuidado "maternal" o infantil. Incluso hoy, las profesionales enfrentan discriminación por razones de género, ya sea por estereotipos asociados a su edad, estado civil o maternidad. 

Las soluciones para enfrentar la desigualdad de género en la enfermería (y en las profesiones de salud en general) no solo deben centrarse en mejorar las condiciones laborales, también en transformar las mentalidades y estructuras que perpetúan estas desigualdades.

El Día de la Enfermera debe ser una ocasión no solo para celebrar, sino para reflexionar sobre cómo garantizar que esta profesión, vital para la salud de la sociedad, se ejerza en un entorno justo e inclusivo.

 

¡Ser mujer es más caro!

 

EL impuesto rosa existe, y las mujeres lo sabemos, pues cada vez que hacemos las compras, es evidente la diferencia de precios entre productos dirigidos a los hombres y aquellos diseñados para nosotras. Esta desigualdad, presente en productos y servicios de uso diario, afecta directamente nuestra economía y subraya las desigualdades de género.

Desde artículos de higiene íntima, o máquinas de afeitar, desodorantes, shampoo, ropa o juguetes, tienen un precio más alto simplemente por estar dirigidos al público femenino. Por ejemplo, un paquete de rastrillos de afeitar de color rosa puede costar significativamente más que su equivalente en color azul, a pesar de tener las mismas características y funcionalidad.

Sin embargo, esta realidad no se limita a los productos de consumo diario, se puede observar en servicios como peluquerías e incluso seguros de salud también tienden a ser más costosos para las mujeres, y ¿por qué?, vemos a menudo que estas disparidades se justifican bajo el argumento de que los productos femeninos tienen diseños más “sofisticados” o ingredientes especiales, pero, en muchos casos, estos atributos no representan una verdadera diferencia en calidad o funcionalidad.

Las mujeres no solo enfrentamos los sobrecostos en las compras, sino que además lidiamos con la brecha salarial de género, lo que agrava aún más la desigualdad económica, pues a final de cuentas, esta situación hace que pagar más por productos esenciales se convierta en una carga adicional.

Por lo que es importante que las empresas reflexionen sobre sus prácticas de fijación de precios y eliminen las disparidades basadas en género; asimismo, los gobiernos podrían jugar un papel esencial al implementar regulaciones que prohíban la discriminación de precios en productos y servicios.

Por otra parte, optar por productos neutros puede ser una opción efectiva para enfrentar el impuesto rosa, ya que estas elecciones no solo permiten evitar el sobreprecio asociado a los productos dirigidos específicamente a mujeres, sino que también envían un mensaje claro a las empresas sobre la necesidad de eliminar las desigualdades de género.

El impuesto rosa no es solo un problema económico; es una manifestación de las desigualdades de género que aún persisten en nuestra sociedad, el cuestionarlo y trabajar para eliminarlo no solo es una cuestión de justicia, es un paso hacia una sociedad más equitativa e inclusiva.