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El arribo de un fascista



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Martes 04 de Febrero de 2025 7:55 am


NADA nuevo del discurso de Donald Trump en su toma de posesión. Solamente confirme lo que ya venía vociferando durante todo el período desde que fue elegido. El efecto que genera ahora viene de la investidura real que ya posee como presidente de ese país, así es como en el inconsciente colectivo se refleja una realidad que todavía parecía lejana.

Las reacciones ya pululan dentro y fuera, pues un punto muy sensible, mas allá de como quiera cambiarle de nombre al Golfo de México, es la situación migratoria, que mayoritariamente afecta a nuestro país, pero también a otros, y la realidad ya la tuvimos. ante nuestros ojos con las primeras deportaciones para Colombia. Y aunque su presidente, Gustavo Petro, según los comunicados subsecuentes, aceptará todos los aviones que lleguen, recibiendo y tratando dignamente a sus pasajeros, no deja de ser un acto deplorable y una gran afrenta para el mundo entero.

Las fotos que retratan las filas de migrantes esposados ​​son verdaderamente dolorosas y nos remiten a épocas y guerras pasadas, en las que poderes verticales se arrogan el derecho a defender su disque soberanía, con el maltrato a quienes consideran ajenos, cuando los verdaderos extranjeros son ellos y sus seguidores, pues los verdaderos fundadores de su territorio también fueron desplazados y prácticamente desaparecidos.

Dadas las circunstancias actuales, sin lugar a dudas, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, tiene un papa caliente en las manos, pues una actitud negociadora como la que ella suele usar, con su homólogo declarado racista, homofóbico, clasista, fascista y lo que le sigue, no la tiene fácil, aunque el primer intento con el tema de los aranceles y la Guardia Nacional en las fronteras da la impresión que es buena noticia. Sin embargo, veremos en la práctica si solo es para lo del traslado del fentanilo o también servirá como caza-migrantes.

La sociedad mexicana está fraccionada y las fuerzas sociales divididas en grupos defendiendo en lo individual sus propios objetivos, y aunque se persigan los mismos objetivos, como en el caso de las izquierdas, cada uno le imprime su propio método y las coincidencias se pierden en la la mayoría de las veces en discusiones más bizantinas que efectivas.

La llegada de este personaje no afecta a todas las personas, de ahí que al Gobierno le vendría bien intentar varias estrategias. Una de ellas podría ser la de visibilizar a todas las fuerzas sociales organizadas (o no) que existen en el país; plantearles propuestas claras de organización y movilización, claro, con garantía de seguridad, pues como pueblo solidario que somos, no dudaríamos en sumarnos a este esfuerzo.

Su propuesta de acogida a las familias o personas indocumentadas repatriadas es una acción noble, pero la duda es: ¿está el Gobierno preparado para acoger, emplear y dar cobijo a la importante cantidad de connacionales, cuando en nuestro país es de lo que más carecemos? Lanzar una idea sin un plan puede trastocar la solidaridad demostrada por la ciudadanía en circunstancias similares.