Botón Diana: seguimiento
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JUEVES POLÍTICO
Jueves 06 de Febrero de 2025 8:12 am
EL Ayuntamiento de Villa de Álvarez, desde 2023, ha dado un paso importante en cuanto al tema de la protección a las mujeres al implementar el “Botón Diana”, una innovadora aplicación gratuita para teléfonos inteligentes diseñada para atender de manera rápida y efectiva casos de violencia intrafamiliar y acoso. Este sistema permite que, con solo presionar un botón en la aplicación, la víctima envíe una alerta inmediata a las autoridades, georreferenciando su ubicación en tiempo real. De esta manera, la Policía Municipal recibe la señal de auxiliar y puede enviar una patrulla cercana para brindar asistencia inmediata. El impacto de esta herramienta ha sido significativo, pues desde su lanzamiento, más de mil 300 botones han sido instalados en los dispositivos de mujeres que buscan una opción segura y eficaz para pedir ayuda en situaciones de riesgo. Además de la respuesta inmediata de las autoridades, el “Botón Diana” también refuerza la cultura de la denuncia y el acceso a la justicia, ofreciendo a las mujeres una herramienta discreta y accesible para protegerse. Un caso destacado ocurrió en enero de 2024, cuando una mujer usó la aplicación para reportar una agresión física por parte de su pareja. Gracias a la alerta emitida, la Dirección de Seguridad Pública del municipio respondió rápidamente, logrando la detención del agresor y su posterior puesta a disposición del Ministerio Público. Otro caso fue en septiembre de 2024, cuando agentes de la Dirección de Seguridad Pública de Villa de Álvarez detuvieron a un masculino, señalado como probable responsable del delito de abuso sexual a una menor de edad. No obstante, la efectividad de esta herramienta no debe limitarse solo a su implementación, ya que, si bien la respuesta inmediata de la policía es crucial, también es fundamental que se les dé seguimiento a los casos reportados, pues resulta necesario que, después de la intervención inicial, las víctimas reciban el apoyo necesario para salir del círculo de violencia, incluyendo asesoría legal, acompañamiento psicológico y protección continua si es requerido. Aceptación condicional POCO antes de terminar el primer mes de 2025, Chihuahua se sumó a la lista de estados de la República que despenalizaron el aborto. El jueves 30 de enero, la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó la normativa que prohíbe el aborto voluntario, lo que representa un gran paso para la llamada Marea Verde. Y aunque cada vez son menos los estados que faltan para unirse al movimiento, la percepción social que se tiene sobre el tema sigue considerando muchos condicionantes para abrirse al diálogo. Existe una creencia arraigada de que el aborto solo debe ser considerado en situaciones extremas, como cuando es resultado de un delito o representa un riesgo grave para la salud de la mujer o el bebé. Esta visión ha permanecido casi inamovible por años, a menudo influenciada por creencias religiosas y morales. Sin embargo, enfrascarse en esa idea no nos permite tomar en cuenta la realidad actual, en la que existen diversas circunstancias en las que una mujer puede verse en la necesidad de tomar esta difícil decisión. La complejidad y el alcance de este tema es más grande que las causas o factores que llevan a una mujer a elegir abortar. Es toda una cuestión de salud pública, justicia social y Derechos Humanos. Valdría la pena pensarlo desde los siguientes ámbitos: en primer lugar, las mujeres, ante un embarazo no deseado, buscan alternativas, a menudo inseguras y clandestinas, que ponen en riesgo su salud e incluso su vida. La despenalización permite que las mujeres accedan a abortos seguros y legales, realizados por profesionales de la salud, lo que reduce las complicaciones y la mortalidad materna. La libre decisión sobre sus propios cuerpos y su salud sexual y reproductiva es algo por lo que el movimiento feminista ha luchado desde su nacimiento. Obligar a una mujer a continuar un embarazo no deseado violando sus derechos fundamentales. Además, si se pone en la balanza la cantidad de mexicanas que no cuentan con los recursos suficientes y se encuentran en situaciones vulnerables, las consecuencias para ella y el bebé se multiplican. Es hora de abrir un diálogo, no a manera de debate, sino interno, llevado de manera respetuosa, en el que cada individuo acepta las condiciones reales que se viven de manera cotidiana y muchos otros factores que influyen en la toma de esta elección: la violencia, las desigualdades, las situaciones de riesgo, el proyecto de vida, la falta de una red de apoyo, y por supuesto, temas de salud y exposición a la violencia. Dentro de este diálogo, la disposición a escuchar nuevas opiniones o puntos de vista, de expertos de la salud y personas con dominio en el tema, permitirá derribar las barreras e imposiciones que replicamos sin cuestionar a detalle, y el tema de la despenalización es uno de muchos otros. La despenalización, por supuesto, no implica que algo se promueva o se fomente. Se trata de reconocer que las mujeres tienen derecho a decidir sobre sus propios cuerpos y que el Estado debe garantizar su acceso a servicios de salud seguros y legales. La reflexión sobre esto es esencial para una mayor comprensión del tema. El precio de la impunidad EL caso de Rodolfo Fofo
Márquez no es solo el relato de un influencer que se creyó intocable. Es el reflejo de una sociedad que ha permitido que la violencia machista prospere bajo el manto del privilegio económico y la impunidad. La brutal agresión a Edith N. no es un caso aislado; es la evidencia de cómo el poder y el dinero han sido cómplices del machismo en México. Márquez es un hombre acostumbrado a exhibir su riqueza y su supuesta superioridad. Su agresión no fue un arrebato, sino una manifestación de su sentido de propiedad sobre el espacio y las personas. La mujer de 52 años que golpeó accidentalmente su espejo retrovisor no era una persona para él, era un obstáculo. Y, como hacen tantos hombres con poder, decidieron castigarla violentamente. Pero incluso con una sentencia de 17 años y medio, el espectáculo de la victimización masculina no tardó en aparecer. Fofo Márquez lloró, su madre pidió clemencia y hasta se mencionó que había considerado quitarse la vida. En ningún momento hubo una reflexión sobre la vida de Edith, sobre el impacto de la violencia en ella, sobre cómo casi la mata. La narrativa sigue centrada en el agresor y en cómo su vida se arruinó. Mientras tanto, Edith sigue pidiendo protección, porque incluso después de la sentencia, la familia de Márquez ha ejercido intimidación. El mensaje es claro: la violencia no termina con una condena, sigue acechando a las víctimas incluso cuando el agresor está tras las rejas. El caso también es un recordatorio de cómo los hombres con dinero creen que pueden comprar todo, incluso el derecho a agredir y salir impunes. Durante años, Márquez exhibió un estilo de vida basado en la ostentación y la prepotencia, cerrando calles, desafiando la autoridad y burlándose de las consecuencias. Pero aquí la verdadera víctima es Edith. Y como ella, miles de mujeres que no tienen el privilegio de que su caso se vuelva mediático, que son atacadas en silencio, sin cámaras que registren la violencia, sin jueces dispuestos a tomar su testimonio en serio. Fofo
Márquez es solo la punta del iceberg de una estructura que sigue permitiendo que los agresores caminen libres mientras las mujeres viven con miedo. La justicia no se mide en años de cárcel, sino en la transformación de un sistema que deja de proteger a los agresores y empieza a escuchar a las víctimas. La condena de Márquez no es un triunfo, es apenas un recordatorio de lo que todavía falta por hacer, como crear políticas públicas necesarias para erradicar la violencia de género, el cuidado a las víctimas y la necesidad de una sentencia pronta y contundente.