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Las niñas y… ¿la ciencia?



JUEVES POLÍTICO


Jueves 13 de Febrero de 2025 8:00 am


EL Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, conmemorado cada 11 de febrero, tiene un propósito que no debería ser necesario en pleno siglo XXI: recordar al mundo que las mujeres también pueden ser científicas. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó este día para impulsar la participación equitativa de mujeres y niñas en la ciencia y eliminar los estereotipos de género. Sin embargo, las cifras siguen mostrando una realidad inquietante.

En México, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) revela que solo el 35.8 por ciento de sus miembros son mujeres. La brecha de género persiste, y el discurso optimista sobre los avances queda opacado por la dureza de los números: apenas 3 de cada 10 profesionistas en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son mujeres. Aun en el ámbito académico, el 37 por ciento de la matrícula en posgrados de ciencia y tecnología son mujeres, una cifra que sigue reflejando una clara desventaja respecto a la participación masculina.

Durante esta semana, en la entidad se realizan actividades por parte del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Estado de Colima, principalmente destinadas a jóvenes estudiantes de secundaria.

¿Por qué, a pesar de los programas, las campañas y los discursos, la ciencia sigue siendo un terreno dominado por hombres? La respuesta está en la estructura de una sociedad que sigue limitando a las mujeres. Desde la educación temprana, se refuerzan estereotipos que asocian la ciencia con lo masculino y relegan a las niñas a roles tradicionales. Se les enseña a ser cuidadoras, no a ser descubridoras. Se les anima a la empatía, pero no a la curiosidad científica.

Incluso cuando superan estos obstáculos y logran acceder a una educación superior en STEM, las mujeres se encuentran con un entorno hostil y masculinizado. La situación se agrava cuando miramos las cifras de liderazgo. Las mujeres científicas se enfrentan a un techo de cristal que les impide acceder a puestos de decisión y poder. Las investigadoras no solo tienen menos oportunidades de liderar proyectos, sino que también reciben menos financiación y son menos citadas en publicaciones científicas. La invisibilización de sus logros perpetúa el mito de que las mujeres no son tan capaces como sus colegas hombres.

El reconocimiento de pioneras como Matilde Montoya, la primera médica cirujana partera titulada en México; Helia Bravo Hollis, la primera bióloga titulada en el país; Eva Ramón Gallegos, la científica que logró eliminar el Virus del Papiloma Humano en 29 mujeres; o Katya Echazarreta, la primera mujer mexicana en viajar al espacio, no debería limitarse a una mención en un día conmemorativo.

Si realmente queremos cerrar esta brecha de género, debemos empezar por cuestionar las narrativas que refuerzan la exclusión. La visibilización de las científicas debe ir más allá de la anécdota. Es necesario incorporarlas en los libros de texto, en los planos de estudio y en las campañas de divulgación científica. Las niñas no pueden aspirar a ser lo que no ven.

Es necesario exigir cambios estructurales para que no sean la excepción, sino la norma. Porque la igualdad de género en la ciencia no es solo una cuestión de justicia social, sino también una necesidad para el avance de la humanidad.

 

Hacia el derecho reproductivo

 

IPAS Latinoamérica y el Caribe (Ipas LAC) es una organización regional sin fines de lucro que forma parte de una red internacional dedicada a la promoción de la justicia reproductiva, ahí, su labor se centra en ampliar el acceso al aborto seguro y la anticoncepción en América, África y Asia, contribuyendo a garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las personas, especialmente de aquellas en situaciones de vulnerabilidad.

Este mes, Ipas LAC anunció una importante colaboración con el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) con el objetivo de fortalecer la capacitación del personal de salud en la prestación de servicios de interrupción legal del embarazo (ILE). Dicha iniciativa busca garantizar la prestación de servicios seguros, accesibles y de calidad en las unidades de salud de primer y segundo nivel, lo que incluye centros de salud, clínicas y hospitales comunitarios.

La interrupción legal del embarazo es un derecho en varias regiones de América Latina, y su acceso seguro es fundamental para la salud y el bienestar de las mujeres y personas gestantes. Por lo que, la capacitación del médico personal es un paso importante para asegurar que estos procedimientos se lleven a cabo bajo estándares adecuados de atención, respetando la dignidad y autonomía de quienes requieren estos servicios.

La implementación de servicios de ILE en unidades de primer y segundo nivel de atención permite que las comunidades accedan a estos procedimientos sin necesidad de trasladarse a hospitales de alta especialidad, reduciendo así, las barreras geográficas y económicas. Además, la distribución de estos servicios ayuda a disminuir la estigmatización y fomenta una atención más cercana e integral.

Para implementar servicios de ILE de alta calidad no se requiere de alta tecnología ni infraestructura compleja, ya que el aborto es un procedimiento tan seguro que puede brindarse de manera ambulatoria, es decir, no requiere hospitalización o ingreso a quirófano, tampoco necesita anestesia general y concluye una vez que termina el procedimiento clínico.

Con esta colaboración, Ipas LAC y el ISSSTE refuerzan su compromiso con la salud pública y los derechos reproductivos, promoviendo un enfoque basado en la evidencia científica y en los principios de derechos humanos. Ya que la capacitación del personal de salud es clave para garantizar que los servicios de ILE se brinden con calidad, seguridad y calidez, en un marco de respeto y acompañamiento a quienes decidan ejercer su derecho a interrumpir un embarazo.

Esta alianza marca un avance significativo en la consolidación de políticas públicas que garantizan el acceso efectivo a la interrupción legal del embarazo, reforzando el compromiso de los sistemas de salud con la equidad y la justicia reproductiva.

 

Violencia de género, innegable

 

HAN sido necesarios años de lucha para poner en el mapa legal los derechos de las mujeres y niñas a nivel mundial, y aún hoy se tiene registro de acontecimientos lamentables que hacen a la sociedad dudar sobre si en verdad se ha logrado un avance significativo en materia de igualdad de género.

Aunque la primera ola del movimiento feminista suele relacionarse con 1848 y la primera convención formal sobre los Derechos de la Mujer, pensadoras, escritoras y luchadoras sociales por años buscaron cuestionar el rol social que se les había conferido.

Sin embargo, a pesar de que el movimiento que busca asegurar una mejor calidad de vida a las mujeres ha obtenido importantes logros, la batalla no ha terminado. Las mujeres continúan enfrentando discriminación y violencia en diversas formas, desde las más sutiles hasta las más violentas.

Al hablar de violencia de género, se hace referencia a la discriminación que sufren las mujeres, y que puede manifestarse de diversas maneras, desde el acoso sexual y la agresión física hasta el feminicidio, la forma más brutal de violencia en este rubro.

En México, uno de los avances más significativos en materia de género fue la llegada de la primera presidenta de la República, misma que, al recibir el bastón de mando, adquirió también una responsabilidad magnánima para con todas las mexicanas. La despenalización del aborto ha ganado terreno también.

Mientras a nivel nacional se dan todos esos pasos que abonan un mejor panorama, en otras partes del mundo, no hay tregua aparente en cuanto a violencia contra las mujeres. Nos encontramos en un mes en el que precisamente se acaba de conmemorar el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, práctica vigente en varias regiones de África.

En pleno 2025, persiste varios países de ese continente una cultura patriarcal, con una situación más que desfavorable para las mujeres, misma que se agrava con los altos índices de violencia, que desde el año 200 han ido en aumento exponencialmente, y prueba fehaciente de ello es la noticia de las más de 160 mujeres violadas y quemadas vivas, esto durante la fuga de más de 3 mil presos de la cárcel central de Goma, ciudad en República Democrática del Congo.

Si bien este hecho está directamente relacionado a los recurrentes enfrentamientos políticos y sociales de la región, llama la atención que, durante la fuga, se dieran los actos violentos ya mencionados hacia las prisioneras, pues, aunque algunas de ellas sobrevivieron al incendio, sufren las secuelas del abuso sexual por parte de los hombres que escaparon.

Por hechos como esos, mujeres de todo el mundo se solidarizan a la lucha, en la que ven un movimiento necesario para lograr la igualdad de género y el fin de la discriminación y la violencia, para todas por igual. A pesar de los avances logrados, la lucha feminista sigue siendo necesaria porque la igualdad de género aún no es una realidad.