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Infancias, de nuevas víctimas



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Martes 18 de Febrero de 2025 8:18 am


LO que sucedió la semana pasada en la cabalgata charrotaurina de Villa de Álvarez, se enmarca dentro de los sucesos de violencia que se han venido escenificando más exacerbadamente de algunos años a la fecha. También habría que recordar que, de muchos años atrás, ya no corresponden estos eventos a como originalmente se concibieron: de convivencia, esparcimiento y totalmente familiares.

La diferencia ahora es que no solo se liaban a golpes, quedando en chipotes o una que otra nariz rota. No, la moda es el uso de armas de fuego, y algunas de alto poder de uso exclusivo del Ejército, lo que deja a la población común y corriente indefensa, y nos informa que aquellas personas que portan este tipo de armas tienen “permiso para matar”.

La deshumanización está cada día más patente. Las personas que generan este tipo de violencias rebasan todo sentido de humanidad y empatía, solo los mueve la ambición y servilismo a quienes obedecen mediando, claro, dinero o favores contraídos. En ese sentido, el o los objetivos, a quienes va dirigido el mensaje tienen nombre y apellido; luego entonces, ¿porque hacerlo de esta manera? Cuando es de todos supo, más por los ejecutores, que en nuestro estado impera la impunidad, y que vivimos en un estado sin ley.

Cada quién sabe lo que carga en su costa, por lo que es inconcebible lo irresponsable y hasta perverso de quienes ponen en riesgo a personas inocentes, que su única oportunidad de prodigarse un poco de alegría y esparcimiento es asistiendo a este tipo de eventos, y más aún, las y los infantes que recién participan por primera vez en ellos.

La ciudadanía ya no aguanta más, ¿o se creerá que sí? Porque apenas estamos procesando un delito como el atroz asesinato de Fabián y Magui en Manzanillo, en el cual también un niño salió tremendamente afectado, cuando ya nos sorprenden con los sucesos de Villa de Álvarez. Da la impresión de que existe un afán perverso de que normalicemos estas y otras formas de violencia, pues ahora no solo las y los adultos estamos en riesgo; Los niños y niñas están también a merced, vayan o no en compañía de alguien mayor.

Por todo lo anterior, una pregunta sigue en el aire. ¿Por qué continúan las festividades? ¿Cuánto dinero está en riesgo si las cancelan? ¿Es más importante esto que la vida de las personas? Da la impresión que sí; aun con el vacío hecho a la cabalgata del pasado domingo, lo que cuenta es la intención de realizarlas y, ni bajo estas circunstancias, ceder.

Por esto y todo lo que permea de inseguridad a nuestro estado, la solución es la organización de la población, la protesta sistemática y la denuncia; ya que los demás recursos, como pretender el diálogo con las autoridades (de cualquier nivel) o recibir una comisión para tratar un asunto relacionado con distintas situaciones de riesgo, no solo no se puede, se torna imposible. Duele decirlo, pero de Colima estamos a un tris de perder todo lo que antaño era.