Cargando



RAZONES



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

Amenazas de aranceles y traiciones


Miércoles 19 de Febrero de 2025 8:15 am


HAY en la lógica de Trump una suma de confusiones en las que ha metido al mundo, muy difícil de comprender. Los aranceles son sin duda un instrumento para presionar y negociar, pero Trump y su equipo los entienden también como una forma de recaudar.

Son decisiones que, económicamente, tendrán más costos que beneficios para la sociedad estadounidense porque dispararán la inflación y afectarán la productividad de su país, y que tampoco lograrán compensar lo que quiere en el fondo Trump, que es reducir los impuestos para las grandes empresas.

Ayer sostuvo que consideraba el IVA como una suerte de arancel, y que a todos los países que aplican el IVA a sus productos les cobrará un arancel extra. No tiene el menor sentido. Lo que quiere Trump es reducir impuestos, pero no quiere reducir el gasto, sino recuperar esa reducción vía aranceles. Es una fórmula de principios del siglo XX que entonces terminó provocando la crisis de 1929.

Lo que resulta evidente es que Trump y su equipo han designado como su adversario principal a China, pero en lo inmediato, sus medidas más duras van contra sus aliados, incluyendo México y Canadá, pero sobre todo contra la Unión Europea. La amenaza de los nuevos aranceles equiparándolos con el IVA es directa contra la Unión Europea, pero se liga también con la forma en que Trump ha negociado con Putin una hipotética paz en Ucrania.

Lo que Trump ha hecho con Ucrania es terrible: en los hechos no lo considera un país agredido; al agresor, Rusia, le ofrece una negociación concediendo los temas principales (que mantenga los territorios ocupados, cerca del 25 por ciento del territorio ucraniano, incluyendo la península de Crimea) antes de empezar las negociaciones ya cambio de nada; le dio a Putin talla de interlocutor privilegiado, sacándolo de su aislamiento internacional; ignoró a las autoridades ucranianas, él incluso estaría dispuesto a obligar a Ucrania a convocar a elecciones inmediatas con el poco disimulado objetivo de terminar con el poder del presidente Zelenski; ha aceptado por adelantado que Ucrania no forme parte de la OTAN. No sé a usted, pero la plástica de Trump con Putin a mí me recordó el acuerdo Hitler-Stalin de repartición de Polonia en 1939.

No sólo eso, el vicepresidente, JD Vance, terminó prácticamente rompiendo con los países europeos en la reciente cumbre de Múnich, donde sostuvo que la Unión Europea se está convirtiendo en un Estado, imagínese usted, totalitario, porque mantiene políticas contra las agrupaciones ultraderechistas e incluso neonazis, las mismas que están impulsando el propio Vance, Elon Musk y otros personajes del entono trumpiano.

Comparó la militancia de la ecologista Greta Thunberg (una adolescente sueca, muy reconocida en ese ámbito y, para mi gusto, no siempre acertada en sus juicios y propuestas) nada más y nada menos que con las intervenciones en política electoral europea de Elon Musk, el hombre más rico del mundo y que, además, es funcionario y hombre de confianza de Trump.

La deriva de las decisiones en torno a Musk va más allá: su oficina de Eficiencia Gubernamental, más que recortar el gasto, lo que está haciendo en realidad es acabar con todas las políticas públicas con las que Trump (y Musk) no están de acuerdo. E incluyen la exigencia de Musk de poder ingresar a la base de datos del sistema fiscal, donde se concentra toda la información privada de casi todo EUA y de cualquiera que haga allí negocios, una base de datos protegida por un riguroso sistema de acceso, a la que no entraba el propio presidente sin una causa justificada. El tema ya está en las manos de la justicia.

La idea que subyace en la actual Casa Blanca no sólo es un cambio en las relaciones globales sino también una modificación profunda del sistema de Gobierno del propio EUA. Los aranceles y todo lo demás son simples expresiones de esa intención autoritaria, proteccionista e ignorante de las relaciones globales.