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Conversación necesaria



JUEVES POLÍTICO


Jueves 20 de Febrero de 2025 8:08 am


RECIENTEMENTE se dio a conocer que la gobernadora Indira Vizcaíno Silva y colectivos feministas colimenses, sostuvieron una reunión, lo cual resulta pertinente, pues es necesario que exista un diálogo constante y efectivo a favor de los derechos de las mujeres. A su vez, es también fundamental que dichas mesas de diálogo no se limiten a fechas conmemorativas, como al 8 de marzo, que está próximo, y en el que se conmemora en el Día de la Mujer, sino que se mantienen de manera permanente y constante, ya que resulta alarmante que solamente en los últimos 3 años, 385 mujeres hayan sido asesinadas en el estado de Colima, esto considerando que, al menos durante los últimos 2 años, Colima ha ocupado el primer lugar en la tasa de homicidios. dolosos. de mujeres, por encima de entidades con altos niveles de violencia como lo son Guanajuato y Sinaloa.

El Instituto Colimense de las Mujeres (ICM) fue quien convocó a los colectivos para la reunión, la cual tuvo como objetivo generar acuerdos y proyectos que promuevan la paz y el bienestar de los colimenses; abordando temas como la salud, la seguridad, el transporte público, la inclusión de mujeres transgénero, la menstruación digna y el abastecimiento de medicamentos en los hospitales públicos, ya que es sabido que estos temas reflejan las necesidades urgentes de las mujeres, haciendo más notoria la importancia de que las autoridades pongan en marcha acciones efectivas y sostenibles para atenderlas.

Uno de los aspectos más relevantes de la sesión fue la entrega del directorio “Somos tu Red de Apoyo” por parte del ICM a los colectivos feministas. Dicho documento recopila información de contacto de diversos centros de atención del ICM y de organizaciones que trabajan en la defensa y promoción de los derechos de las mujeres; Asimismo, la existencia y difusión de este directorio puede ser una herramienta clave para brindar apoyo y acompañamiento a quienes lo requieran.

Por otro lado, aunque la mesa de diálogo es un avance positivo, es necesario que este tipo de encuentros no queden solo en diálogos o acciones aisladas, ya que resulta imperativo que las autoridades estatales generen mecanismos de seguimiento y rendición de cuentas sobre los acuerdos establecidos en estos espacios, teniendo en cuenta que la participación activa de las organizaciones feministas y la apertura gubernamental para atender sus demandas pueden ser la base para construir un entorno más seguro y equitativo para todas las mujeres en Colima.

 

Constructora de paz

 

EL trabajo colaborativo entre Gobierno del Estado y el Instituto Colimense de las Mujeres no termina ahí. Con base en la Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres del Estado de Colima, extendieron el plazo a la convocatoria para mujeres destacadas en los ámbitos académico, deportivo, social, cultural, rural, empresarial, familiar o político, que pudieron ser condecoradas con el reconocimiento “Mujeres Constructoras de Paz: Epitacia Zamora Teodoro, 2025”.

Es interesante el objetivo de esta premiación, que busca, como lo señala su convocatoria, reconocer a la mujer cuyas acciones, en beneficio de las mujeres colimenses, promuevan la definición y búsqueda de alternativas para la solución de problemáticas de urgencia social para la construcción de paz, esto “desde un enfoque comunitario, intercultural, interseccional, con acentuación en derechos humanos e igualdad entre mujeres y hombres, en los rubros académico, deportivo, social, cultural, rural, empresarial, familiar y político”.

Sin embargo, no es lo único que vuelve importante este reconocimiento, sino su mismo nombre, haciendo referencia a una mujer nahua habitante de Zacualpan, conocida como Guardiana del Agua y el Territorio, y activista fundadora del Consejo Indígena en Defensa del Territorio de Zacualpan, cuyo 10° aniversario luctuoso será este domingo, 23 de febrero.

El panorama de los activistas en México es desalentador, por lo menos. El año pasado, Global Witness situó al país en el cuarto lugar a nivel mundial en asesinatos a defensores del medio ambiente. Sin embargo, Epitacia no falleció de manera violenta; ella fue diagnosticada con síndrome mielodisplásico, después de trabajar como jornalera y estar en contacto directo con agroquímicos que terminaron por mermar su salud.

A raíz de ello, comenzó a luchar por los derechos de sus conciudadanos. En 2012, cuando se pretendía abrir una mina de oro y plata en Zacualpan, ella y un grupo de comuneros iniciaron un movimiento contra la explotación de esta.

Un año antes de su fallecimiento, Epitacia fue elegida como secretaría del Comisariado de Bienes Comunales de Zacualpan, luego de que los habitantes destituyeran a los directivos a cargo. A partir de ahí, se declaró a Zacualpa “territorio libre de minería”.

Ahora, el legado de lucha y resistencia que dejó en las mujeres de Zacualpan, comenzando por su hija, sigue firme en defensa de un lugar que ha sufrido tanto, al punto de, por ejemplo, tomar las instalaciones de bombeo del acueducto que se encuentra en la comunidad y abastece una buena parte de la zona conurbada, en protesta por la falta de atención que reciben por parte de las autoridades sobre sus necesidades.

Epitacia fue férrea defensora de la tierra, y su filosofía sobre la importancia de la reforestación y el respeto a la flora y fauna de la región sigue vigente, y más necesaria que nunca, ahora que es posible ver cómo, poco a poco, las consecuencias del poco cuidado al medio ambiente nos pasan factura.

Es excelente que se lleve a cabo este reconocimiento a las mujeres de Colima, pues aunque solo considera un puesto, existen muchos colimenses que desde su trinchera aportan, diariamente con sus acciones, bloques a esta construcción de paz dentro de un estado tan violento para ellas.

 

Repatriadas, las más vulnerables

 

LA migración mexicana ha estado históricamente vinculada a los hombres, pero en los últimos años, las mujeres han protagonizado un cambio silencioso pero contundente en los flujos migratorios. Sin embargo, su presencia creciente en este fenómeno no ha significado un avance en derechos o condiciones dignas, sino una sobrecarga de vulnerabilidad.

En el año 2005, de acuerdo con datos de la Oficina Estatal de Atención a Migrantes, en Colima aproximadamente cuatro de cada 10 migrantes eran mujeres; de ellas, el 8 por ciento eran ama de casa.

Según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, en los últimos 5 años, la cantidad de mujeres mexicanas deportadas desde Estados Unidos ha aumentado un alarmante 273 por ciento. Durante 2024, 46 mil 944 mujeres fueron devueltas al país, muchas de ellas en situaciones de extrema precariedad y con hijos e hijas a su cargo.

Este crecimiento contrasta con la disminución general de la migración en el último año, lo que indica que las mujeres enfrentan condiciones más adversas y una persecución migratoria más severa.

El perfil de estos también migrantes desafía a los patrones anteriores. Mientras los hombres repatriados provienen mayoritariamente de Chiapas, las mujeres son originarias principalmente de Guerrero, un estado marcado por la violencia, la pobreza y la crisis humanitaria. Esto nos obliga a preguntarnos: ¿qué condiciones están expulsando a tantas mujeres de sus comunidades? ¿Huyen solo de la pobreza o también de la violencia de género, el crimen organizado y la falta de oportunidades?

Pero si su origen nos dice mucho sobre las razones de su migración, su retorno nos habla del abandono institucional. A diferencia de los hombres, el 23.5 por ciento de las mujeres repatriadas viajan con hijos o familiares, evidenciando que la migración femenina está estrechamente ligada a la búsqueda de una vida mejor no solo para ellas, sino para sus familias.

Sin embargo, el Estado mexicano no ha desarrollado una política que atienda estas necesidades específicas.

El regreso forzado de estas mujeres no solo las coloca en una situación de mayor vulnerabilidad, sino que también afecta a sus hijos e hijas, quienes, tras haber sido arrancados de sus entornos en Estados Unidos, se enfrentan a la incertidumbre en un país que les ofrece poco o nada. ¿Dónde quedan los derechos de la infancia en estos procesos de repatriación? ¿Quién se hace cargo de su bienestar, su educación, su salud emocional?

Las mujeres migrantes no son cifras en un informe de política migratoria. Son madres, hijas y trabajadoras que han arriesgado todo por un futuro mejor. Su deportación no puede significar el final del camino, sino el inicio de una verdadera política de justicia y reparación.