Recuperando las calles

ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA
Martes 04 de Marzo de 2025 8:08 am
NUESTRO estado no siempre se ha caracterizado por escenificar grandes concentraciones o movilizaciones, cuyo objetivo sea la defensa de derechos ganados o la exigencia por desequilibrios sociales, en donde toda la ciudadanía reclama ser vista y tomada en cuenta. A lo mucho, se observaban aquellos mítines convocados por institutos políticos con finos proselitistas, cuyo contenido era (y siguen siendo) lo que coloquialmente se les llama “acarreos”. Una movilización auténtica se nutre de personas conscientes de esas necesidades que deben cubrir las autoridades en turno y no lo hacen, y que, al contrario, aprovechan cualquier rendija por donde puedan penetrar instrumentos legales como leyes, reformas o protocolos, para acotar o restringir demandas sumamente sentidas y que van en perjuicio de la población trabajadora. Los sindicatos, en esencia, deben ser instrumentos de lucha defendiendo y procurando el bienestar de sus integrantes; Sin embargo, lo que vemos son líderes que se venden a la clase patronal, en algunas ocasiones por dinero, y en otras, usan el cargo como trampolín para catapultarse a puestos de elección popular, y al gremio lo usan como electorales cautivos. En tiempos pasados, en nuestro estado y todo el país, los sindicatos eran más combativos, de ahí que no es extraño que muchos de los derechos ganados eran demandas añejas y muy sentidas, todas las relacionadas con aumentos salariales, mejores jornadas laborales, prestaciones atendiendo a la ley y patrones haciendo caso omiso en su aplicación. Todos los logros estaban relacionados con el nivel de organización y compromiso de ambas partes. La degradación se fue dando paulatinamente, en la medida en que se permitió la injerencia de personajes con intereses personales y también de gremio, pero no precisamente de la clase trabajadora, sino de la patronal, dando un giro sustantivo al propósito original de ser sindicatos con una buena dosis de democratización, a ser agrupaciones blancas que igual se les llama “charras”. Lo anterior se da también por el tipo de contrataciones en la iniciativa privada o Gobierno, que paulatinamente, y como la humedad, fueron penetrando hasta imponerse a través de la figura de subcontratación llamada outsourcing o contratación a través de terceros. Con las movilizaciones que estamos presenciando por estos días, tanto del sector de la educación como de salud, la esperanza se asoma; la Ley del ISSSTE ha puesto el dedo en la llaga y los líderes “charros” del SNTE se han visto rebasados por la clase trabajadora. Eso a estas alturas, cuando el control parecía que lo tenían ellos y cualquier negociación con la parte patronal la hacían por debajo de la mesa, es de aplaudir. Una iniciativa que atenta y lacera el bolsillo como la que se pretende aprobar, habría que echarla abajo a como dé lugar. En nuestro estado, de no ser por las marchas de las mujeres a propósito del 8 de marzo u otra fecha simbólica, no vimos otras movilizaciones como estas últimas, cuyo ingrediente importante ha sido la solidaridad manifiesta de otras organizaciones como la CNTE o sociedades de padres y madres de familia. Por más que la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, diga que la afectación solo será para mandos medios hacia arriba, eso es solo querer justificar otro asalto en despoblado en detrimento de los derechos laborales ya ganados. Y como siempre, las y los seguidores del partido en el poder y su Gobierno, solo aplaudiendo todo lo que desde Palacio se dice o hace.
Aquí vale la pena recalcar la invitación a no dejar enfriar los ánimos, pues a estas alturas seguramente los líderes ya están en franca negociación con el Gobierno y prestos a intercambiar plazas, horas u otras dadivas, a cambio de parar las movilizaciones. En la medida en que la presión de fuerzas que tengan las y los trabajadores, es el grado de ganancia que se obtiene con la aprobación de este intento de aprobación de ley.