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Política del cuidado



ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA


Martes 25 de Marzo de 2025 8:26 am


DESDE la tierna infancia se nos va perfilando, mediante mensajes y a través de los juegos infantiles, a asumir la responsabilidad del cuidado de los demás. Así, vamos introyectando y poniendo en la canasta todas aquellas actividades que como género debemos asumir, en el entendido de que cualquier dejo de desacato será altamente sancionado y juzgado, no solo por la autoridad inmediata que puede ser nuestros progenitores, también del entorno que da por hecho que por ser mujer la obligación viene implícita al género.

La expresión “alguien lo tiene que hacer” es la muletilla donde descansa el sistema patriarcal respecto al deslinde que ejercen los hombres y también los gobiernos, cuando se trata de cuidar a otro integrante de la familia o en los espacios tipos asilos, ya sean administrados por el estado o particulares. Además, dicho sea de paso, ni ellos mismos se esfuerzan en el cuidado propio.

Así como le exigimos a los gobiernos ejerzan cabalmente su responsabilidad de procurar una mejor seguridad para las mujeres en términos de lo contemplado en la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en el estado de Colima declarada para nuestro estado, tendríamos que pedir se implementen políticas públicas puntuales para el cuidado de mujeres, niñas y adolescentes desde la casa, la escuela y los espacios donde ellas frecuentan o transitan.

Una política pública sobre el cuidado de niñas, adolescentes y mujeres podría contener guarderías gratuitas con personal capacitado, sensible y, de preferencia, con conocimiento sobre perspectiva de género, para descargar de ese trabajo a las madres trabajadoras y coadyuvar a la socialización y formación de hábitos saludables a infantes, ya que en esa edad niños y niñas absorben de manera natural todo lo que alrededor suyo sucede.

Un dato a observar es que la mayoría de las guarderías son atendidas por mujeres, desde nivel directivo hasta quien prepara la comida o hace la limpieza. Con ese modelaje, niños y niñas van introyectando la idea de que las mujeres son las responsables de esos trabajos de cuidado, pues en su imaginario no aparecen varones realizando esas tareas y desde ese rinconcito del inconsciente se va instalando la creencia de que los hombres no tienen por qué hacerlo.

Igual sucede en los asilos o casa de cuidado para adultas y adultos mayores; mayoritariamente son mujeres quienes se encargan de que sean espacios cómodos, apropiados y con todo lo necesario para que la estancia sea, sino como un hogar secundario, si lo mas parecido, debido a la situación de abandono por parte de familiares cercanos.

Respecto a las violencias, siempre somos las mujeres quienes nos tenemos que cuidar o proteger y encontrar los mecanismos para ello, cuando desde casa, y todos los espacios por donde transitamos los seres humanos, se tendría que implementar una cultura de la no violencia. Pero es común presenciar que a los pocos esfuerzos que se hacen para llevar sensibilización o capacitación sobre este tema, mayoritariamente asisten mujeres, cuando la obligatoriedad tendría que ser al contrario o más equilibrada.

Si partimos del concepto de que las políticas públicas “son accione de Gobierno con objetivos de interés público, que surgen de decisiones sustentadas en un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad”, entonces tendrían que ser una herramienta permanente implementada en todos los espacios, para garantiza la mayor protección a mujeres, niñas y adolescentes.

En este sentido, urge una ley de cuidados para el estado de Colima, que transversalice acciones en donde la responsabilidad de cuidados sea repartida equitativamente, otorgando todas las facilidades a los varones para que cubran de manera eficiente sus correspondientes responsabilidades.

Es cierto que esto tendría que entrar en la esfera de la sinergia entre familia, sociedad y estado, cada quien asumiendo de manera responsable el espacio de su competencia.