DESDE EL PÁRAMO

ARNOLDO DELGADILLO GRAJEDA*
Que Rosi y Riult midan su desgaste
Viernes 04 de Abril de 2025 8:30 am
ROSI Bayardo y Riult Rivera deben medir con precisión y
cuidado sus acciones gubernamentales en los próximos meses. Aunque se perfilan
como los favoritos para contender por la gubernatura por sus respectivos
partidos y alianzas, un factor que puede jugarles en contra es el desgaste
natural que implica ser gobierno en municipios con problemáticas profundas,
como lo son Manzanillo y Colima. En el primer caso, la inseguridad es el gran enemigo de
Rosi. Y, paradójicamente, parece no importarle. Es un tema del que evita
hablar, del que no ha emitido un solo posicionamiento público, a pesar de que
los datos evidencian la gravedad del problema. Van los datos: en enero de 2025, todos los municipios del
estado registraron menos de 10 homicidios, pero Manzanillo sumó 30. En febrero,
Colima ocupó el segundo lugar con 10 asesinatos, mientras Manzanillo volvió a
liderar con 16. Y en marzo, mientras la mayoría de los municipios reportaron
cinco homicidios o menos, Manzanillo repitió su trágico protagonismo con 29
casos. No hay duda, Manzanillo no es solo el epicentro de la
transformación autoproclamada, también es hoy el epicentro de la violencia. En
el acumulado del primer trimestre del año, el municipio porteño registró 75
homicidios, mientras Colima, en segundo lugar, apenas suma 21. La diferencia es
abismal y el silencio de la alcaldesa resulta, por decir lo menos, preocupante. En el caso del alcalde capitalino, la opinión pública ya
comienza a advertir el desequilibrio entre forma y fondo. Se le ve más ocupado
en encabezar festivales que en garantizar la correcta prestación de servicios
públicos, función básica de cualquier ayuntamiento. Además, al interior de su administración comienza a
percibirse un ambiente tenso, fragmentado. Hay grupos claramente antagónicos
que compiten entre sí para ganarse su favor, intentando congraciarse y
demostrar quién es más leal o eficiente, pero entorpeciendo el trabajo
colectivo en el proceso. Este escenario tiene explicación si consideramos el origen
político de Riult: el PRI, aferrado a uno de sus últimos bastiones para colocar
en nómina a perfiles acostumbrados a vivir del servicio público; y el PAN,
reclamando la paternidad política del alcalde, pero resentido por la distancia
tomada y la escasa inclusión en la gestión municipal. Ambos personajes deben entender que no basta con ser los
favoritos en las encuestas. Si no cuidan el ejercicio de gobierno en el
presente, difícilmente podrán aspirar a encabezar el estado en el futuro. El
desgaste no perdona, y menos cuando va acompañado de omisiones evidentes y
tensiones internas. Gobernar también es medir costos. Y, sobre todo, asumirlos. Punto y aparte Virgilio Mendoza, como el hábil y talentoso político que
es, ya vislumbra escenarios para 2027, y uno muy fuerte es marcar distancia de
Morena, al menos en el plano local. Una posibilidad que dejó entrever es sumar
fuerzas con Nueva Alianza, partido que, al igual que el PVEM, forma parte de la
coalición de la 4T, pero que en Colima podría jugar de manera más autónoma.
Ambos institutos políticos han demostrado ser bisagras clave en temas
complicados para el oficialismo, y un reacomodo estratégico no sería descabellado. Esta semana, Virgilio se reunió con figuras que podrían ser
clave en esa reconfiguración: Daniela Orozco, alcaldesa de Comala; Cruz Méndez,
alcalde de Armería; Alexis Verduzco, de Ixtlahuacán; Alejandro Mancilla, de
Minatitlán; la maestra Iliana Arreola, dirigente estatal de Nueva Alianza
Colima; además de los regidores, Juan Carlos Gómez (Colima) y Martel Casillas
El Borreguito (Armería), así como con su suplente en el Senado, Edgar Larios. Lo que están tramando se sabrá pronto, pero algo es claro:
Virgilio nunca se está quedando quieto. Y cuando un político con oficio
comienza a moverse, es porque algo sucederá. Comentarios al correo electrónico adjunto. *Periodista e
investigador social
Twitter: @rolandonotas