EL PODER DE LA MADRE

RUTH HOLTZ*
Viernes 09 de Mayo de 2025 8:20 am
Cuando nos
volvemos madres nos convertimos en el hogar. Somos el corazón de nuestros
hijos. Es fundamental darnos cuenta de la gran influencia que podemos tener en
los seres humanos que gestamos. No sólo porque compartan nuestras
características genéticas, sino por el convivir con nosotros tan íntimamente. El rol de
madre, el lugar que ocupa en la vida de alguien, “su investidura” dota a cada
madre de un poder, “se lo haya ganado o no”. Una madre sólo por procrear y dar
a luz a un hijo ya influye en éste. Y ciertamente hay dolor y sacrificio en tal
proceso, sin embargo, no necesariamente fue una elección libre y a la altura de
la “investidura de madre”. Ahora bien, ésta puede ser retirada. Es necesario
que logremos con el tiempo dispensar a nuestra madre de no estar a la altura de
“la gran madre”, de sus intentos fallidos por ser todo lo que esperábamos y
necesitábamos. Reconocerlo nos permite asumir nosotros mismos la
responsabilidad y colocar “esa investidura en nuestro interior”, en la “madre
interior” o esa parte de nosotros mismos que ahora debe asumir, como adultos,
la función que nuestra madre ejerció cuando éramos pequeños, lo haya hecho
bien, medianamente bien o mal. No importa. De todos modos, siempre “la
investidura” será mayor que la realidad que trata de llegar a esa expectativa.
A nuestra madre real la tenemos que amar, respetar, perdonar y relacionarnos
con ella como su carácter lo permita. Porque si es una madre tóxica, aunque
alguna vez tuvo la “investidura de madre” no podemos seguir sometiéndonos a su
abuso y a su maltrato, pero aun así, a la distancia debemos agradecer lo que
pudo hacer bien, pues estamos vivos, prueba de que algo hizo bien. Si es una
madre bastante buena también debemos liberarla de la responsabilidad de la
“investidura de madre” para colocarla en nuestra madre interior porque eso es madurar
como adultos. Ya no ocupar de mamá para todo, y menos preocupar a nuestra madre
de asuntos que deben ser atendidos por nosotros mismos. La codependencia es
cuna de muchos males. Así que todos en algún tiempo debemos cortar el cordón
umbilical emocional con nuestra madre. Incluso podrá pasar que tengamos que
auxiliarla ahora nosotros mismos. Las heridas emocionales nacidas de la forma en la que
nuestra madre falló en estar a la altura de la “investidura” son las que siendo
adultos ya son nuestro problema. Ella hizo lo que pudo. Lo demás nos toca a
nosotros cuando crecemos, aún “trabajar en lo echado a perder” en nosotros por
ella en psicoterapia.
* Psicoterapeuta.
Teléfonos: 312 330 72 54 / 312 154 19 40 Correo: biopsico@yahoo.com.mx