ALGO MÁS QUE PALABRAS

VÍCTOR CÓRCOBA HERRERO*
Detener las locuras que nos enfrentan
Martes 20 de Mayo de 2025 10:54 am
Recuperar el sentido natural de los vínculos y propiciar el
entendimiento entre corazones diversos, nos afianza el sentido de familia
humanitaria. Por ello, es fundamental, que los pueblos se hallen vivos en el
compartir. Máxime en una época en la que el hambre extrema crece y los diversos
conflictos aumentan. Debe cesar, por consiguiente, el aluvión persistente de
pugnas. La paz tiene que ser posible en los hogares, en el trabajo, en la
sociedad. Personalmente, me niego a que sea un horizonte imposible. Tiene que ser nuestra primera obligación, enmendarnos,
tomar una pausa de descanso entre una discordia y otra. Sinceramente, no
podemos caer tan bajo. Necesitamos activar la coherencia, despertar la
conciencia y practicar la visión del alma, desterrando el orgullo egoísta de
nuestros andares y las reivindicaciones poderosas, midiendo nuestras voces,
porque igualmente se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las
armas. Practiquemos, pues, lo de hacer el corazón sin coraza. No podemos vivir aterrorizados, quizás tengamos que
aprender a amarnos para poder caminar por este mundo de contrariedades y
absurdos; esto nos demanda a interiorizar nuestros propios pulsos, con sus
poéticas pausas de luz, animados por el deseo del reencuentro más que del
encontronazo. Activemos, en consecuencia, el discernimiento justo. Por
desgracia, la marea de injusticias es otro enloquecimiento más, que debe
concluir para remediar las desigualdades entre continentes diversos. Desde luego, otro mundo es posible cuando dos se hermanan.
Sin duda, es una verdadera necesidad el retorno a la bondad y a la verdad, al
menos para poder afrontar con mayor coraje los desafíos de nuestro diario de
vida. Es público y notorio que tampoco se pueden construir relaciones armónicas
sustentadas en la mentira, con golpes de pecho falsos, asumiendo connotaciones
imprecisas e inciertas, que lo único que hacen es distorsionar la realidad y
acrecentar la irracionalidad. Son muchos los retos que requieren el compromiso
y la colaboración conjunta, porque nadie puede pensar en afrontarlos por sí
mismo, pero sí que podemos empezar por estar en paz con nosotros mismos.
Indudablemente, a poco que nos adentremos en nuestro
distintivo hábitat interno, descubriremos que la mayor parte de las locuras
actuales son necedades humanas, como la soberbia. Este mal envenena el
sentimiento de fraternidad, tan necesario como imprescindible, en un orbe
globalizado de gentes pensantes. En todo caso, poco se puede hacer con una
ciudadanía sumida en el poseer y en el tener, endiosada a más no poder, sólo
hay que tener paciencia y no pagar con la misma moneda, porque un día su
pedestal se derrumbará.