DESDE EL PÁRAMO

ARNOLDO DELGADILLO GRAJEDA*
Algo grave pasa en la Aduana de Manzanillo
Miércoles 21 de Mayo de 2025 10:33 am
Desde el lunes, la aduana de Manzanillo —la segunda más
importante del país después de la de Nuevo Laredo— ha estado parcialmente
paralizada por una protesta de trabajadores que, al momento de escribir estas
líneas, ha provocado bloqueos al acceso de tractocamiones y retrasos
millonarios en la operación logística del puerto. No es cualquier cosa. Y, sin
embargo, parece que no se le ha dado la dimensión (y atención) suficiente. El silencio institucional es elocuente. Ni la Secretaría de
Marina, que desde 2021 tomó el control de las aduanas marítimas del país, ni el
Gobierno Federal, ni el del Estado de Colima, han emitido posicionamiento
alguno sobre la magnitud del conflicto. La ASIPONA ha cumplido con dar a
conocer puntualmente la situación en fichas informativas, pero quedan dudas de
cómo se lleva a cabo la mediación con los trabajadores. A mi parecer, la autoridad no ha información con precisión
y amplitud quien lleva a cabo la interlocución con los trabajadores quejosos.
Mucho menos voluntad de mediación. Es como si lo que ocurre en el corazón
logístico del Pacífico mexicano fuera apenas una molestia pasajera, aunque los
manifestantes informaron ayer que la protesta será indefinida, “al menos hasta
que las autoridades portuarias atiendan plenamente sus exigencias”. Pero insisto: no es un problema menor. Se trata de una
movilización inédita. No hay registros de una protesta de esta escala en
ninguna otra aduana del país. Y eso debería encender todas las alertas, porque
las aduanas, por definición, no se detienen. Menos aún en una como la de
Manzanillo, que concentra más del 40% del movimiento de carga en contenedores
del país, y que es pieza clave en la cadena de suministro nacional e
internacional. De hecho, una de las obras insignia de la presidenta
Claudia Sheinbaum es la ampliación del puerto, que pasará en los próximos dos
años de 450 hectáreas a mil 816, con la que pretende crear “la aduana marítima
más importante de América Latina” y 15 en el ranking mundial, al movilizar 10
millones de contenedores anualmente, de acuerdo a sus estimaciones. El lunes por la mañana, trabajadores tomaron los accesos al
recinto fiscal y al puerto interior, denunciando abuso, acoso, maltrato laboral
y exigiendo la renuncia del titular de la Aduana en Manzanillo, Rodolfo Torres
Chávez, nombrado apenas el 15 de abril pasado. Las imágenes son claras: filas
interminables de tráileres varados, operadores varados durante horas,
contenedores sin mover. Y, tras todo ello, un puerto estrangulado. Ese día se resolvió, por este miércoles, de nueva cuenta,
trabajadores de la Aduana Marítima de Manzanillo se manifestaron en el acceso
sur del recinto fiscal, pues expresaron que, si bien las autoridades mostraron
inicialmente disposición al diálogo, no han resuelto de fondo la causa de sus
demandas. De hecho, dijeron que la presión y el hostigamiento se
intensificaron. Este conflicto ya venía gestándose. En marzo ya se habían
presentado manifestaciones más pequeñas —entonces sin afectar las operaciones—
por los mismos motivos. Nadie escuchó. O, al menos no lo suficiente. Hoy, los
efectos se sienten en las cadenas logísticas del país y genera dudas sobre si
la militarización y centralización de las aduanas ha mejorado o no las
operaciones y la gobernanza. También me llama la atención, que a nivel local se ha
creado un cerco informativo. Mientras medios especializados y nacionales
reportan la crisis en términos de afectaciones logísticas, aquí en Colima
apenas se cubre. ¿Dónde están las voces de los legisladores federales? ¿Dónde
las cámaras empresariales? ¿Dónde la gobernadora? Apenas en febrero, senadores de la República integrantes de
la Comisión de Marina, la cual preside el priista Alejandro "Alito"
Moreno, realizaron una visita a la Décima Región Naval de Manzanillo, para
conocer de primera mano el Proyecto de "Nuevo Puerto de Manzanillo”, pero
ahora no se ven sus posicionamientos. La aduana no es un simple nodo logístico. Es un termómetro
de gobernabilidad. Y lo que hoy se juega en Manzanillo es, precisamente, una
perspectiva a futuro, de crecimiento sólido para la joya económica del
Pacifico. Algo grave está pasando en la aduana. Urge atenderlo. Punto y aparte
Ayer, amigas y amigos maestros fueron reconocidos por su
labor en la Universidad de Colima como “mejores docentes” de sus planteles.
Para ellas y ellos mi admiración y cariño. Especialmente, quiero dedicar unas
líneas a la Dra. Aideé Arellano y la Dra. Alicia Cuevas, compañeras de mi grupo
de investigación. Gracias por su respaldo y profundo humanismo.