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INNOVEMOS ALGO ¡YA!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

La manzana de la discordia


Jueves 22 de Mayo de 2025 9:05 am


¿Sabías que detrás de una infidelidad de pareja existen hilos invisibles que la sostienen, más sutiles que una simple atracción física o visual? Como hojas arrastradas por un viento que no vemos, a veces repetimos patrones amorosos con raíces que se extienden más allá del día a día de la pareja y se anidan en las dinámicas, lealtades inconscientes y heridas emocionales no atendidas de nuestra infancia y familia de origen.

Cada integrante de la pareja trae consigo su propia historia y en ese enredo es desde donde nos atraemos y nos relacionamos para tratar de solucionarlo, y ni siquiera somos conscientes de ello. Como dos árboles que entrelazan sus raíces bajo tierra sin que nada se vea en la superficie, los patrones familiares que traemos se buscan, se reconocen y se complementan en una danza silenciosa.

¿Has notado cómo en algunas relaciones la tercera persona parece formar parte de un contrato invisible entre la pareja? Como una obra de teatro donde todos conocen el guion pero fingen no saberlo y, aun así, mantienen la fachada. Es como si ese "intruso" cumpliera una función esencial para la relación: mantener una deuda viva, alimentar un conflicto necesario, evidenciar los vacíos o distraer la atención de heridas más profundas que ninguno se atreve a mirar.

Algunas infidelidades revelan que no hemos cortado el cordón con nuestra familia de origen. La persona que es infiel a menudo busca en su pareja oficial a mamá o papá - esa figura que cuida, que provee, que da seguridad - mientras vive la pasión y el deseo prohibido con alguien más. Es como un niño que no quiere crecer, que necesita la casa paterna pero también la libertad de la calle. En este teatro interno, la pareja estable representa el hogar seguro, mientras el amante encarna la rebeldía nunca expresada.

Y qué decir de esas relaciones donde la infidelidad es la fuga y la lealtad por la deuda de haber sido rescatado. "Me aceptaste cuando nadie más lo hubiera hecho", "me sacaste de la pobreza", "me amaste con todas mis adicciones". El agradecimiento se transforma en cadena, pero también en justificación para buscar una suerte de venganza que sostiene un sistema completo de mentiras piadosas. Como un prisionero que debe su vida al carcelero, pero que sueña con escapar cada noche.

Tampoco podemos olvidar a la manzana de la "discordia". ¿Te has preguntado por qué alguien solamente atrae o se deja seducir por personas ya comprometidas? Bueno, pues quizá se trate de alguien que está siendo leal a historias familiares no contadas. Como cuando en el árbol genealógico alguien vivió como amante y fue excluido del clan, si tuvo hijos de esa relación que también fueron olvidados, los secretos se suman y las generaciones siguientes los representan buscando reparar el desorden. Las ramas invisibles del árbol familiar nos sostienen más de lo que creemos.

La persona que siempre ocupa el lugar del tercero también puede estar bailando como niño atrapado en la tormenta de sus padres, reviviendo una y otra vez la sensación de estar en medio, de no ser suficiente, de ver pero no ser visto completamente. Es un niño parado entre papá y mamá, llorando porque sabe que nunca será la prioridad, pero que no puede evitar buscar ese espacio. Como quien regresa a la escena del accidente, una y otra vez, esperando un desenlace diferente.

El infiel, por su parte, a menudo está atrapado en una adolescencia congelada en el tiempo. Como adolescente que esconde revistas prohibidas o como quien tiene un pretendiente sin que papá o mamá lo sepa. La mentira se vuelve su segunda piel, tejida desde una profunda sensación de no ser suficiente, de no haber sido realmente visto en su familia de origen. Sigue viviendo en ese mundo secreto donde finalmente tiene el control que nunca tuvo de niño.

Innovemos algo ¡Ya! Miremos de frente el dolor y busquemos el orden que nos pide a gritos la traición en la pareja. Si te reconoces en alguno de estos patrones, quizá sea tiempo de preguntarte qué drama familiar antiguo estás representando en el escenario de tu vida actual. En terapia, podemos seguir estos hilos invisibles hasta su origen y, al hacerlos conscientes, darnos la oportunidad de trenzar nuevas formas de amor más libres, más honestas, más nuestras. Porque solo quien conoce las raíces de su dolor puede transformarlo en sabiduría.

Terapia presencial y online, con la autora de esta columna en: innovemosalgoya@gmail.com