INDICADOR POLÍTICO

CARLOS RAMÍREZ
La CNTE y la delincuencia
Jueves 29 de Mayo de 2025 9:41 am
La teoría política de los sistemas de gobierno señala con
claridad la importancia fundamental del Estado en el funcionamiento de una
República, pero a partir del principio fundamental de que el Estado se define
(en términos de Hobbes y Weber) como el monopolio de la fuerza y la represión;
es decir, la autoridad que se pone por encima de los llamados poderes fácticos
legales y clandestinos. El fin del modelo autoritario priista no llevó la
transición hacia un régimen democrático, constitucional y con equilibrio de
poderes. El autoritarismo presidencialista que obedecía mal que bien al papel
del Ejecutivo federal como regulador de las tensiones entre poderes reales, fue
desarticulado sin que se creara un nuevo mecanismo con autoridad dominante para
equilibrar las disputas por el poder. La oposición populista del PRD de Cuauhtémoc Cárdenas y
López Obrador sacó a grupos sociales a las calles para trabar la autoridad del
Estado e imponer decisiones por encima de las reglas de la democracia
representativa. Hoy, con Obrador al frente del proyecto político populista, el
Estado y el Gobierno han perdido la posibilidad de ejercer su dominio sobre los
poderes fácticos, y a la vista están dos ejemplos claros: la CNTE como
movimiento de masas anarquista, sectorial e insurgente y el crimen organizado
con fuerza de fuego suficiente para disputarle al Estado el monopolio de la
fuerza al poder público. Como ejemplos prototípicos, la CNTE y el crimen organizado
redujeron márgenes de maniobra a la autoridad del Estado incluso en objetivos
de beneficiar a las mayorías y postraron las instituciones a las demandas
sectoriales: la CNTE va por su agenda egoísta exigiendo beneficios
presupuestales, en medio de finanzas públicas ahogadas en el déficit y en la
falta de ingresos. Y para lograr sus objetivos, la CNTE ocupa las calles
agrediendo a la ciudadanía, sin que la autoridad ponga los intereses de las
mayorías por encima de las demandas de un pequeño grupo. Lo mismo ocurre con la disminución de la hegemonía del
Estado frente a las bandas del crimen organizado: en aras de una gobernanza
criminal, el Estado disminuyó el ejercicio del poder y la fuerza buscando que
las bandas criminales tomaron conciencia de una realidad social ajena a sus
intereses delictivos y fracasando que el intento de convertir a los
delincuentes en garantes de la estabilidad social en territorios ocupados por
bandas criminales organizadas o desorganizadas. Este modelo de “abrazos, no balazos”
debilitó la autoridad del Estado para ejercer la fuerza en beneficio de las
mayorías sociales. La intención parece ser ahora la de profundizar el
debilitamiento del Estado y disolver más el poder público; en el caso de la
CNTE, la autoridad cuenta con leyes y derechos no para reprimir a la disidencia
magisterial sino para evitar la paralización del funcionamiento de la capital
de la República con decisiones que permitan en las calles una parte para la
protesta y otra parte para garantizar la vialidad indispensable; pero no, la
autoridad simplemente se ha replegado ante el abuso del poder el CNTE. En medio de los abusos de la CNTE y del crimen organizado
ha quedado una sociedad doblemente victimizada: por el debilitamiento del
Estado y la disolución del poder público y por el abuso de los nuevos poderes
fácticos que ya se colocaron por encima de las instituciones constitucionales y
le ponen condiciones al Estado y al poder político, cuando una democracia
debiera ser al revés. La única forma para aplicar la fuerza de las instituciones
sobre poderes fácticos radica en instituciones y leyes democráticas, no en toma
de calles con plantones o balazos.
Política para dummies: la política es el antídoto a los
poderes fácticos.