Central de abasto con sentido social

RUBÉN DARÍO VERGARA SANTANA
Miércoles 18 de Junio de 2025 12:17 pm
Central de abasto con sentido social RUBÉN DARÍO VERGARA SANTANA EL proyecto que se desarrollará en Colima ha sido anunciado como una nueva central de abasto. Esto implica una infraestructura enfocada en el manejo, acopio y distribución de productos frescos: frutas, verduras, legumbres, y otros insumos alimentarios esenciales. La central de abasto, en este contexto, no solo representa un espacio físico de intercambio comercial, sino también una posibilidad de reorganizar el sistema de abasto en favor de los productores locales y los consumidores barriales. Estos espacios han probado su eficacia en grandes ciudades por su capacidad de reunir en un solo punto a productores, intermediarios, distribuidores y minoristas. No obstante, su éxito depende de su capacidad de articulación territorial y social: sin una estrategia de conexión con los mercados públicos y comunitarios, corren el riesgo de convertirse en nodos aislados dominados por grandes intereses logísticos. El Verdadero reto está en crear una sinergia entre la central y los pequeños mercados públicos, esos que cumplen una función insustituible en las colonias y barrios: llevar el alimento hasta la esquina de cada hogar, en un entorno donde aún hay trato humano, precios accesibles y confianza vecinal. Es en esta conexión donde los productores locales deben cobrar protagonismo. La comercialización, para ellos, no es sencilla. Requiere transporte, punto de venta, permisos, infraestructura mínima y, sobre todo, capacidad de organización. En ese punto, el municipio puede y debe jugar un papel clave. La solución está en lo local. Un sistema escalonado donde la central de abasto surta a los mercaditos públicos ubicados estratégicamente en colonias y desarrollos habitacionales. Áreas de cesión que hoy no se aprovechan podrían destinarse a módulos de mercado, con servicios básicos, área de estacionamiento y diseño urbano funcional. Estos mercaditos serían el rostro visible de una política alimentaria municipal, conectada a su vez con productores del estado que hoy no encuentran dónde colocar sus cosechas sin perder el margen de ganancia. Desde la Constitución, el artículo 115 impone al municipio la obligación de regular y organizar el sistema de abasto. Cuando esta tarea se descuida, otros la ocupan: las tiendas de conveniencia que, aunque eficientes, han despersonalizado el comercio local, fragmentado las dinámicas barriales y encarecido algunos productos al sumar márgenes intermedios. Su presencia no es negativa por sí misma, pero es el reflejo de un vacío. Por eso, cuando el Gobierno del Estado y el municipio anuncian su respaldo a una central de abasto impulsada por privados, cabe celebrar la iniciativa, pero también preguntarse: ¿será esta infraestructura un corazón que bombea abasto a toda la comunidad, o una instalación desconectada de la vida diaria de las colonias y barrios dende los servicios escasean? La respuesta depende de la visión pública. La infraestructura también debe construirse con talento local, vocación comunitaria y gestión innovadora. Los municipios enfrentan serios límites presupuestales, por lo que estas propuestas deben considerar modelos de cogestión, comodato, alianzas y normatividad ajustada a las realidades del desarrollo urbano. Si el discurso se acompaña de ingredientes jurídicos, voluntad política y sensibilidad social, puede traducirse en una política pública con rostro humano. Así, Colima no solo tendrá una central de abasto, sino una red alimentaria viva, descentralizada y justa. Y con ello, no solo se cumple una obligación constitucional: se construye comunidad.