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INNOVEMOS ALGO ¡YA!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

El jefe


Miércoles 06 de Agosto de 2025 9:30 am


INNOVEMOS ALGO ¡YA!

 

El jefe

MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

 

¿TE has preguntado por qué siempre tienes problemas con los jefes? ¿Por qué sientes que ningún trabajo funciona? ¿Por qué siempre terminas chocando con la autoridad?

Quizá, hay recuerdos y reacciones inconscientes. Por ejemplo, si mamá reclama tanto tu atención, imagínate cómo lo hizo cuando tenías 6 años. Si papá cuestiona tu capacidad y eso te duele, imagínate lo que te dolió a los 5 años. Que no lo recuerdes no quiere decir que no haya pasado. La memoria del cuerpo no olvida. El alma tampoco. Y cuando crecemos, llevamos esas heridas invisibles que se despiertan cada vez que alguien con autoridad nos hace sentir pequeños otra vez.

Por eso, cuando tu jefe te habla con ese tono y sientes que algo se te retuerce en el pecho, no es solo el presente. Es ese niño que se sintió invisible cuando papá llegaba cansado del trabajo. Es esa niña que aprendió que pedir algo era molestar. Mira, la autoridad siempre es un espejo del pasado.

Cada jefe, cada supervisor despierta ecos de esas primeras autoridades: nuestros padres. Si ellos nos hicieron sentir especiales, la autoridad no nos asusta. Si nos hicieron sentir pequeños, cada jefe se convierte en una amenaza. Cuando huyes de trabajo en trabajo, cuando sientes que todos los jefes son iguales, no estás luchando contra ellos. Estás luchando contra fantasmas del pasado que viven en tu presente. Ese que trabaja y trabaja sin parar, que le da todo a la empresa y no tiene vida, está representando el afán de una mamá por tener la casa perfecta para que papá no se enoje. Y eso también te lastimó de niño.

Entonces, el alma herida dice: "nunca más me van a lastimar así". Y construye murallas tan altas que ninguna autoridad puede acercarse sin que salten todas las alarmas. La rabia hacia el jefe que no te valora es la misma rabia hacia el padre que nunca vio tu esfuerzo. La resistencia al supervisor es la misma resistencia al control que sentiste de niño. Por eso seguimos saboteando oportunidades.

Es más fácil huir que sentir otra vez esa sensación de no ser suficiente. Es más seguro estar molesto que vulnerable. Pero mientras no veas al padre herido detrás del jefe molesto, seguirás repitiendo la misma historia. Mientras sigas esperando que la autoridad externa te dé la validación que no recibiste, seguirás decepcionándote. La sanación comienza cuando reconoces que no es el jefe quien te lastima, sino la herida que ya traías.

Cuando entiendes que tu reacción hacia la autoridad viene de un dolor muy anterior. Es un acto de valentía reconocer que cargas heridas que no recuerdas pero que siguen sangrando. Que ese niño interno sigue esperando el reconocimiento que nunca llegó. Solo cuando sanes esa relación interna con el padre o la madre que llevas en el alma, podrás relacionarte con la autoridad externa desde la madurez, no desde la herida.

Innovemos algo ¡ya! Atrevámonos a mirar más allá del jefe molesto hacia el niño herido que reacciona desde el pasado. Solo sanando esas heridas originales podremos construir relaciones laborales maduras.

Terapia presencial y online, con la autora de esta columna.

innovemosalgoya@gmail.com