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Márquez y el arte de resistir



DAYRA YISCEL GÓMEZ DÁVILA*


Viernes 03 de Octubre de 2025 11:52 am


Márquez y el arte de resistir

DAYRA YISCEL GÓMEZ DÁVILA*

CINCO años parecen una eternidad cuando se cuentan en operaciones, caídas y recaídas. Para Márquez, fueron un túnel largo y doloroso, con fracturas, infecciones y hasta episodios de visión doble que lo dejaron al borde del retiro. Y, sin embargo, este domingo, en Motegi, con lágrimas bajo el casco, volvió a levantar los brazos como campeón del mundo.

A sus 32 años, el español conquistó su séptima corona de MotoGP (la novena de su carrera) y lo hizo con un mensaje claro: la resiliencia no entiende de edad ni de pronósticos. ¿Qué tan lejos puede llegar alguien que se niega a rendirse? 

Márquez es ahora el quinto campeón más veterano de la historia, pero lo consiguió con una temporada escrita para demostrar que todavía manda. De 17 carreras, estuvo en el podio en 15; ganó 11 domingos, arrasó en 14 sprints y sumó 541 puntos, casi 200 más que su hermano Álex. Una estadística que deja claro que no se trata de una victoria casual, sino de un dominio trabajado con paciencia y una fuerza mental forjada en la adversidad.

Porque Márquez no solo volvió: se reinventó. Supo dejar atrás la seguridad de Honda, apostar por Ducati y encontrar en ese cambio la frescura que necesitaba. Lo que parecía un salto al vacío se convirtió en un modelo exitoso: más ligero y eficiente. El resultado: un renacer competitivo que lo llevó a sumar su victoria número 100 en el Mundial e igualar a Valentino Rossi con siete títulos de MotoGP.

Su historia reciente es también una lección de riesgo. La caída de Jerez en 2020, las cirugías sucesivas y el intento de volver demasiado pronto le recordaron que la ambición sin prudencia sale cara. Desde entonces, su discurso cambió: ahora habla de disfrutar, de respetar al cuerpo y de correr con inteligencia. Pero ojo, no se confunda: ese piloto cerebral sigue siendo el mismo que arriesga, solo que ahora mide cuándo hacerlo. La resiliencia no es solo aguantar golpes, sino convertirlos en aprendizaje.

Motegi cerró un círculo: el niño prodigio de 2013, el hombre que tocó fondo en 2020 y el campeón de 2025 se encontraron en la misma pista. Entre ellos, una constante: el deseo de ganar. Y en eso radica la grandeza de Márquez: demostrar que la fuerza no está en no caer, sino en levantarse con más claridad y la misma pasión de siempre.

Quizá ese sea el verdadero legado de Marc Márquez: enseñarnos que, en la vida, como en MotoGP, el podio no se conquista solo con velocidad, sino con resistencia, cabeza fría y un corazón que se niega a parar.


*Periodista deportiva