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INNOVEMOS ALGO ¡YA!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

La barca


Viernes 10 de Octubre de 2025 12:59 pm


EN estas fechas donde el cielo se rompe y el agua cae sin tregua, mientras los ciclones acechan como depredadores silenciosos, mi mente viaja a aquella barca zarandeada por las olas. Los discípulos, aterrados, gritaban al Cristo que dormía: “¡Nos vamos a ahogar! ¡Nos vamos a morir!” Y Él, esa fuerza interna que descansaba tranquila, consciente de que todo sucede para bien y de que hay cosas que escapan a nuestro control, les preguntó: “Hombres de poca fe, ¿por qué se asustan si yo estoy con ustedes?”

Esta escena no es solo un relato antiguo. Es un espejo que refleja nuestra condición humana.

Porque al final de cuentas, las personas nos llamemos como nos llamemos, ya sea Lupita, Juan, Pedro o María, somos los que verdaderamente definimos esa calidad de nuestras almas y, sobre todo, construimos nuestra capacidad de confiar en la vida misma y elegimos cómo responder.

El pasado son memorias. Fotografías descoloridas de lo que ya fue. No podemos construir una casa en un terreno que ya no existe. Vivir anclados en el ayer es existir sin vida, habitar en lo que dejó de respirar. Y el mañana son proyectos que, aunque se gestan hoy, aún no tienen forma sólida. Son posibilidades que solo se materializarán cuando ese futuro se transforme en presente.

Entre esas dos orillas (la memoria y la posibilidad) existe un puente estrecho llamado AHORA. Y es en ese puente donde se juega todo.

¿Sabes qué es lo más liberador? Descubrir que se vale cambiar los planes. Que si algo no funcionó, si las fallas se hicieron evidentes, si el camino elegido no cumplió con lo necesario para alcanzar el objetivo deseado, podemos girar el timón. Eso no es fracaso. Es inteligencia emocional. Es valentía.

Se vale mirar el pasado como un maestro que nos regaló experiencia. Se vale mirar al futuro como un lienzo de posibilidades. Pero lo que NO se vale es perdernos el presente por estar reviviendo fantasmas o combatiendo amenazas imaginarias. No podemos dejar que el miedo al naufragio nos impida navegar.

Las tormentas pasan. Todo pasa. La fiesta termina, la soledad se disipa. El silencio se rompe y el bullicio se calma. La vida es un péndulo en constante movimiento, y nosotros debemos aprender a mecernos con él sin caer.

¿De dónde vienen nuestros miedos? Muchos son memorias heredadas, creencias que absorbimos de nuestras familias como si fueran verdades absolutas. Miedos que ni siquiera son nuestros, pero que cargamos como maletas pesadas en un viaje que ya no necesitamos hacer.

Cuando logramos identificar esos miedos prestados, cuando podemos ver el futuro como una posibilidad que solo existe si nos concentramos en el presente, cuando vibramos desde la gratitud, la aceptación, el respeto y la integración, entonces estaremos hablando de alguien capaz de construir su propia felicidad.

Porque aquí está la verdad que muchos no quieren escuchar: nadie de afuera vendrá a regalárnosla. La felicidad no es un paquete que llega por mensajería. Nos toca construirla con nuestras propias manos y compartirla con quienes nos rodean.

Y sí, en esas interacciones, en esas relaciones humanas tan necesarias como complejas, habrá dolor. Habrá lágrimas. Habrá gozo también, y risas, y abrazos que sanan. Somos seres sociales que necesitan individualizarse, ser personas íntegras y completas, capaces de elegir consciente y adultamente lo que queremos para nosotros mismos.

Como aquella barca en la tormenta, a veces sentiremos que las olas nos van a tragar. Pero si aprendemos a conectarnos con esa fuerza interna, con esa confianza profunda en que la vida nos sostiene aunque no veamos la orilla, descubriremos que tenemos el poder de cambiar el rumbo.

Innovemos algo ¡Ya! Comienza hoy mismo: identifica un miedo que hayas heredado y que ya no te sirve. Escríbelo en un papel y obsérvalo con compasión, sin juicio. Luego pregúntate: ¿esto es mío o me lo prestaron? Suelta una preocupación sobre el futuro que esté robándote el presente. Elige conscientemente una acción, por pequeña que sea, que te ancle al ahora: una conversación pendiente, un perdón que necesitas darte, un sueño que has pospuesto por miedo.

La vida te está esperando. Aquí. Ahora. Con los brazos abiertos para que construyas tu propia felicidad y la compartas con quienes amas. No mañana. No cuando pase la tormenta, y sí, ahora.

innovemosalgoya@gmail.com