El Nobel de Economía 2025

DAVID VILLARREAL ADALID
Martes 14 de Octubre de 2025 8:18 am
El Nobel de Economía 2025 DAVID VILLARREAL ADALID* COMO cada octubre, se entregó en Estocolmo el Premio Nobel de Ciencias Económicas, que otorga el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel. Este año, el galardón recayó en Joel Mokyr, Philipe Aghion y Peter Howitt, tres economistas que desde distintas perspectivas han intentado responder un cuestionamiento simple pero crucial: ¿cómo se genera el crecimiento económico? Su respuesta es tajante: con innovación. Durante gran parte del siglo XX, la teoría económica señaló que el crecimiento se explicaba por factores externos como el clima, los recursos naturales o una mejora tecnológica espontánea. Pero Aghion y Howitt cambiaron esa percepción. Su modelo de crecimiento demostró que se genera desde dentro: son los empresarios, inventores, científicos y trabajadores quienes mueven las fuerzas de cambio a través de la competencia, aprendiendo y reemplazando lo obsoleto por lo nuevo. Para ello retomaron el concepto de “destrucción creativa”, formulado por el economista Joseph Schumpeter. Cada innovación destruye lo anterior, pero abre espacio a algo mejor. Mokyr, por otro lado, lo explica desde la historia económica. Para él, lo que transformó Europa no fueron las máquinas, sino la mentalidad. La Ilustración creó una cultura de curiosidad, evidencia y experimentación. “El cambio clave no fue tecnológico, sino cultural: la disposición a cuestionar la sabiduría heredada y a creer que el descubrimiento y el progreso eran posibles.” (A Culture of Growth, Princeton University Press, 2016). Aquí hay una gran lección: dejar de preguntarse en qué creer para comenzar a cuestionarse qué podemos descubrir. Ahora, ¿qué tiene que ver esto con nosotros? Mucho. En México asociamos la innovación con laboratorios en Silicon Valley o universidades extranjeras, pero en realidad tenemos todo para crear condiciones en que las ideas circulen, se mezclen y encuentren apoyo institucional. El problema es que seguimos lejos de eso. Nuestro país invierte apenas 0.27 por ciento del PIB en ciencia, frente a 5.21 por ciento de Corea y 3.59 por ciento de EU (Banco Mundial 2024). La brecha es más evidente cuando observamos que en 2023 México registró menos de diez mil patentes, frente a más de 135 mil en Corea y más de 320 mil en EU. Si como advierten los Nobel, el progreso depende de la cultura de experimentación y la generación de nuevas ideas, nuestro país tiene dos grandes retos. Primero, crear instituciones que premien la curiosidad y el conocimiento útil, así como foros de innovación que aglutinen a universidades, empresas y gobiernos. Segundo, romper la trampa del conformismo productivo: abrir espacio a más emprendedores tecnológicos, reducir brechas regulatorias y garantizar que la competencia sea motor, no amenaza. El Nobel de este año es por tanto la oportunidad de entender que el crecimiento no depende únicamente de los recursos naturales como el petróleo, sino que se cultiva con educación, investigación y la libertad de las ideas. La historia enseña que los países que se atreven a experimentar son los que más avanzan. Y los que se conforman con reproducir lo mismo (sin invertir en conocimiento) terminan observando desde el antagonismo cómo el mundo cambia. *Presidente de la Asociación de Egresadas y Egresados de Economía UCOL dvaeconomia@gmail.com