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Campo Mexicano: eslabón olvidado de la soberanía



EDUARDO SÁNCHEZ GARCÍA*


Miércoles 15 de Octubre de 2025 8:14 am


EL Paro Nacional Agropecuario de ayer, 14 de octubre de 2025, convocado por organizaciones como la Asamblea Nacional Indígena Campesina y Social así como el Frente Nacional para el Rescate del Campo Mexicano, no es un capricho, sino un grito de auxilio. En Colima, productores de Tecomán, Manzanillo y Armería se unieron con una caravana de más de ochenta vehículos exigiendo lo que debería ser un derecho: un precio justo por su trabajo y una política pública que no los abandone. Este paro visibiliza una crisis que no es nueva: el campo mexicano, primera pieza del eslabón productivo alimentario, agoniza bajo el peso del olvido gubernamental. 

Imaginemos al campo como el origen de nuestra mesa diaria: de sus surcos brota el maíz que amasa nuestras tortillas, el frijol que nutre nuestras sopas, el limón que adorna nuestros ceviches. Pero este sector, que genera movilidad social para las familias más desprotegidas ha sido relegado durante el sexenio de Andrés Manuel y lo que va de Claudia Sheinbaum. 

La desaparición de instituciones clave como la Financiera Rural y programas emblemáticos como Procampo ha desmantelado el andamiaje que sostenía la producción. En su lugar, un enfoque asistencialista ha priorizado transferencias directas sobre inversión productiva, dejando al agro en “bancarrota”, como lo describen líderes campesinos en Guanajuato. El resultado: una brecha abismal entre grandes agroindustrias, que acaparan subsidios y mercados, y los pequeños productores, que representan el 70 por ciento del sector pero solo capturan migajas de la riqueza generada.

Esta marginación se traduce en falta de inversión en infraestructura agrícola. Canales de riego obsoletos pierden hasta el 34 por ciento del agua por filtración y evaporación, mientras el 76 por ciento del recurso hídrico nacional se destina al agro sin eficiencia alguna.

A nivel nacional, la producción de granos caerá un 7 por ciento en 2025, con el maíz registrando su peor cosecha en una década, forzando importaciones récord de 25.8 millones de toneladas, principalmente de EU. ¿Soberanía alimentaria? Más bien, dependencia alimentaria. Colima, con 3.75 millones de toneladas producidas en 2021 (una caída del 2.1 por ciento anual), contrasta con gigantes como Jalisco (líder en maíz forrajero) o Sinaloa (top en granos), donde la producción supera los 10 millones de toneladas. Aquí, el limón (8 por ciento del volumen estatal) y la caña (30.8 por ciento) representan el 88 por ciento de la actividad, pero el valor por hectárea es 20 por ciento menor al promedio nacional debido a precios bajos (43.8 por ciento de unidades afectadas por bajos precios, frente al 33 por ciento nacional) e intermediarismo (37.7 por ciento, el peor del país).

El Paro Nacional no es solo protesta: es un llamado inminente a replantear la política pública agrícola. Es urgente que el gobierno de México, bajo Sheinbaum, oriente sus esfuerzos hacia incentivos reales para la producción.

Imaginemos un campo colimense revitalizado: pozos reubicados, sistemas de aspersión eficientes, talleres de capacitación en IA para pronósticos climáticos, y mercados directos que conecten al limonero con el consumidor sin intermediarios voraces. Esto no solo elevaría la autosuficiencia (de 42 por ciento actual a niveles dignos de una nación soberana), sino que cerraría la brecha social, convirtiendo al agro en motor de inclusión. El gobierno debe dialogar ya: mesas con SADER y Segob, no promesas vacías. Porque si el campo cae, caemos todos. En Colima, tierra de sol y savia, recordemos que la verdadera transformación comienza en la semilla. ¿Escuchará México el clamor de su tierra?


*Presidente de Coparmex Colima