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PUNTO CENIT



MAYRA EDITH MARTÍNEZ

Solidaridad orgánica


Viernes 24 de Octubre de 2025 12:56 pm


EN cualquier ámbito, los objetivos suelen ser inalcanzables si se tratan de conquistar mediante el solo esfuerzo individual. Para alcanzar las metas, es necesaria la suma de diversas voluntades y talentos, especialmente en el ámbito social y político. Esto está enmarcado en un principio universal: la unidad.

La unidad no significa uniformidad. Para entender esto mejor, el sociólogo Émile Durkheim propuso dos conceptos: la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica.

Él decía que la solidaridad mecánica habla de la unidad por semejanza. Esta cohesión social se da porque las sociedades son similares, comparten las mismas creencias, valores, tradiciones y realizan el mismo tipo de trabajo. En este concepto, la unidad se basa en la homogeneidad.

En cambio, la solidaridad orgánica es la unidad por la diferencia y la interdependencia. Se dice “orgánica” porque es como los órganos de un ser vivo. El corazón, el hígado y los pulmones son profundamente diferentes en su estructura y función, pero la vida del organismo depende de que cada uno cumpla su rol especializado y de que todos cooperen. Aquí, la unidad nace de la diversidad funcional.

En el ámbito político, podríamos decir que, bajo el contexto actual, los partidos que decidan ir en coalición podrían hacerlo de dos maneras, según la visión de Durkheim: Bajo la solidaridad mecánica, cada partido funciona con su propia “conciencia colectiva” rígida. Sus militantes, simpatizantes y dirigentes comparten una identidad, un discurso y unos valores muy homogéneos. Esto, si bien da cohesión interna, limita su alcance electoral a su “círculo de fe”, es decir, a aquellos que se identifican plenamente con esa identidad específica.

En cambio, los partidos unidos bajo la solidaridad orgánica trascienden sus identidades rígidas y crean una nueva entidad basada en la diferenciación complementaria y un propósito superior común (ganar la elección y gobernar). Ya no se es solo “del partido A” o “del partido B”, sino que se es parte de una nueva identidad que es más amplia, inclusiva y atractiva para el electorado indeciso.

Esto da como resultado una interdependencia funcional: la especialización que atrae a diferentes electores. Según Durkheim, en una sociedad orgánica, la unidad nace porque cada parte tiene una función especializada de la que las demás dependen. En una coalición electoral, esto se traduce en: “Complementariedad de bases electorales”, por ejemplo, el Partido A puede ser muy fuerte en zonas urbanas y entre votantes jóvenes, mientras que el Partido B tiene una base sólida en áreas rurales y entre adultos y tercera edad. Juntos, no compiten por el mismo electorado, sino que se complementan, creando una red más amplia de electores que captura votos de múltiples segmentos demográficos y geográficos. Son como órganos diferentes que, al unirse, forman un cuerpo electoral completo.

También optimiza recursos y capacidades, permite compartir infraestructura de campaña, equipos técnicos, y facilita la distribución de costos publicitarios y logísticos. Pero lo más importante: combina y fortalece el talento, conjunta las experiencias y el *know-how* electoral.

Desde Punto Cenit queremos reflexionar sobre la teoría de la solidaridad orgánica de Durkheim, la cual nos revela por qué la unión de dos partidos políticos bajo la solidaridad orgánica constituye una estrategia electoral superior. Esta no solo suma votos, sino que multiplica el alcance y la percepción de fuerza. Envía un mensaje poderoso al electorado de que se tiene claro un objetivo común, generando certidumbre. Una coalición bajo esta visión transmite madurez democrática y unidad.

 

*Directora del Instituto Municipal para la Paz Intrafamiliar