Afectaciones del crecimiento portuario
ÓSCAR URDIALES*
Martes 28 de Octubre de 2025 12:49 pm
RECIENTEMENTE,
diversos medios especializados en temas de puertos y comercio internacional
mostraron el ranking de los puertos con mayor movimiento en América Latina. En
todos coinciden que en las primeras posiciones destacan Colón, en Panamá;
Santos, en Brasil, y Manzanillo, en México. La lista continúa con puertos como
Cartagena, en Colombia; Callao, en Perú; Kingston, en Jamaica, y Lázaro
Cárdenas, en México. Estos son los puertos que mejor crecimiento y tendencia
han tenido en los últimos diez años en América Latina. Impulsados por el desarrollo regional, por el respaldo que les
han brindado los tratados internacionales y acuerdos que han permitido
potenciar la comercialización de productos originarios de los países firmantes,
así como por las estrategias particulares que cada nación ha desarrollado para
fortalecer el comercio exterior, la suma de diversos factores ha dado como
resultado el crecimiento en los movimientos portuarios de dichos recintos
marítimos. Sin
embargo, en el caso específico de nuestro puerto de Manzanillo, si bien es
cierto que el crecimiento ha sido la constante de los últimos doce años,
también lo es que se ha deteriorado la eficiencia en el desarrollo de cada
despacho y se ha incrementado el costo por importación o exportación, derivado
de las crecientes problemáticas. Analicemos
un caso: la ampliación de carriles de la autopista Manzanillo-Colima. Esta obra
tiene más de tres años y los avances se perciben lentos. Para los usuarios de
dicha vialidad resulta difícil entender por qué no se logró coordinar su
ampliación de manera programada; es decir, en lugar de intervenir diversas
partes al mismo tiempo, haberlo hecho de forma progresiva, evitando cortes,
reducciones de carriles y afectaciones. Mientras en unas zonas ya se trabaja en
la ampliación, en otras aún no se concluye, y cuando se intenta regresar a las
ya habilitadas, estas presentan pozos, baches e incluso inundaciones. Por
otro lado, la famosa ampliación de la vialidad denominada Puerto
Manzanillo-Minatitlán muestra parches en el pavimento y uniones de concreto mal
niveladas que afectan las transmisiones de los vehículos particulares. No
existe alumbrado ni vigilancia municipal o estatal que evite los abusos de los
choferes en velocidad o estacionamiento. Lo que parecía una gran solución
terminó siendo otra obra mal ejecutada, sin visión, y que, en lugar de cumplir
su propósito (ser un pulmón para los operadores y atender la demanda de las
comunidades rurales de la zona alta), no ha dado los resultados esperados. Tenemos
ejemplos de que este gobierno federal parece compartir una característica común
en sus obras magnas, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el
aeropuerto AIFA: tardanza en su culminación, objetivos incumplidos y baja
calidad en su desarrollo. Por
ello, nuestro mayor temor es que el nuevo puerto de Cuyutlán sea otro caso más
de lo que aquí señalamos. Ojalá y no. ¡Sigamos,
con toda la garra! *Presidente de Asociación de Profesionistas en Comercio
Exterior del Puerto de Manzanillo A.C. ourdiales@opinco.com.mx
