Entre la identidad y la omisión
CARLOS ANTONIO CÁRDENAS ROQUE
Para Alicia Monroy, por su reciente cumpleaños.
Martes 28 de Octubre de 2025 12:48 pm
EN Colima
tenemos identidad y tradición, pero carecemos de una estrategia pública que las
preserve y fortalezca. No hay suficiente difusión, los museos están descuidados
y los eventos culturales son escasos y limitados. No es sólo culpa del
gobierno: también como Sociedad (con mayúscula, porque aquí vamos todas y
todos, chicos y grandes) debemos asumir nuestra parte, pues muchas veces
decidimos voltear hacia otro lado, no asistimos a los eventos ni estamos
dispuestos a pagar por ellos. Si la cultura
es un hilo que nos une como pueblo y como nación, ¿por qué no existe una
política pública sólida que la proteja, impulse y proyecte? ¿Por qué, como
Sociedad, permitimos que se descuide? Colima posee una riqueza cultural viva,
pero carece de una estrategia institucional clara que la sostenga. La mayor
parte de estas expresiones sobrevive gracias al esfuerzo de colectivos,
artistas y gestores locales, no por el respaldo del Estado. Esta es una
asignatura pendiente que aún podemos atender si estamos dispuestos a
reconocerla y actuar con visión. La cultura no
puede depender únicamente de la voluntad de unos cuantos ni de la organización
esporádica de eventos. Requiere planeación, presupuesto, políticas de largo
plazo y programas educativos y comunitarios que la fortalezcan desde la raíz.
¡Se necesita una Sociedad participativa! Una verdadera
política cultural reconoce que la cultura no es un adorno, sino una herramienta
de desarrollo humano, social y económico; es, en esencia, lo que nos da
carácter y nos hace trascender como seres humanos. Hoy más que nunca, Colima
necesita una visión cultural compartida entre el Estado y la Sociedad: un
diálogo abierto con la comunidad artística y cultural que impulse la
innovación, apoye a los creadores, proteja el patrimonio y fomente el acceso a
la cultura en todos los municipios. Es doloroso
ver el abandono de los museos y la escasa apertura hacia la comunidad cultural.
Es momento de entender que la cultura es un pilar del desarrollo, y que, con
políticas claras, inversión y visión, puede convertirse en un motor que nos
llene de orgullo. Debo resaltar
que la preservación de la cultura no es responsabilidad exclusiva de unos
cuantos artistas o colectivos, ni del gobierno en su conjunto: es tarea de
todas y todos. Cada colimense, cada familia, cada escuela y cada institución,
pública o privada, puede contribuir a mantener vivas nuestras tradiciones, a
valorar nuestras expresiones y a transmitirlas a las nuevas generaciones. Se
están haciendo esfuerzos, sí, pero necesitamos trabajar en una visión
compartida. Solo trabajando juntos podremos garantizar que la riqueza cultural
de Colima no se pierda, sino que crezca y proyecte al estado como un referente
nacional e internacional.
Preservar
nuestra cultura es preservar lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Pocas
acciones, pero bien estructuradas, pueden generar un cambio notable. Depende de
nosotros decidir si la dejamos marchitar o si la convertimos en un orgullo que
nos una, nos inspire y marque el rumbo hacia un futuro más fuerte y auténtico.
¿Podemos hacer algo por la cultura de Colima? Yo creo que sí. ¿Y tú?
