Industria, innovación y puerto
JUAN JOSÉ MEZA NÚÑEZ
Jueves 30 de Octubre de 2025 1:33 pm
EN la columna pasada hablamos de la vigilancia tecnológica
como la brújula que evita decisiones a ciegas. Hoy, desde la misma lógica, vale
la pena preguntar: ¿qué mide el Estado cuando decide subir impuestos
especiales? Porque recaudar no es sinónimo de transformar; transformar implica
trazar, medir y rendir cuentas. El
Paquete Fiscal 2026 prevé un alza relevante del IEPS a bebidas azucaradas y
alimentos de alta densidad calórica, e incluso alcanza a bebidas saborizadas
sin calorías. Más allá del debate técnico, surge una duda legítima: si el
argumento es la salud pública, ¿cómo garantizamos que cada peso recaudado
llegue a la cancha correcta (prevención, educación alimentaria, activación
física, infraestructura comunitaria) y no se diluya en gasto corriente? Desde
la óptica empresarial sabemos que el dinero es un medio para crear valor: se
invierte, se multiplica y se mide. Esa cultura de resultados debería permear la
política fiscal y el presupuesto público. Por eso propongo tres anclas de
gobernanza para que esta medida no solo recaude, sino que verdaderamente
transforme: 1.-
Etiquetación y trazabilidad pública del gasto. Cada peso adicional del IEPS
debe tener un destino verificable. Salud preventiva, deporte comunitario,
infraestructura de recreación y programas de educación nutricional deben contar
con metas anuales, indicadores y evaluaciones continuas. Si el objetivo es la
salud, la evidencia tiene que ser pública y auditable. 2.-
Mecanismo de coinversión acreditable. El
sector productivo puede convertirse en coinversionista del bienestar. Diseñar
un esquema en el que parte del IEPS pueda acreditarse contra inversiones
directas en infraestructura y programas certificados. Donde el Estado ve
recaudación, la empresa ve multiplicación de impacto, en concordancia con las
políticas de Empresa Socialmente Responsable (ESR). 3.-
Observatorio de Impacto Fiscal y Social. Como extensión natural de la
vigilancia tecnológica, un observatorio estatal o nacional con cruces de datos
sobre recaudación, ejecución y resultados en salud (obesidad infantil,
diabetes, hábitos de consumo, actividad física) permitiría evaluar políticas
públicas en tiempo real y corregir rumbos con evidencia. Sin datos abiertos, la
conversación se vuelve ideológica; con datos, se vuelve útil. Para
Colima, puerto y corredor logístico, el ángulo es claro: tiendas comerciales,
distribuidores, agroindustria y servicios resienten los cambios de precios. Por
ello, conviene poner el aumento del IEPS en perspectiva con alternativas de
recaudación más inteligentes, como el combate efectivo a la evasión, un mejor
diseño de subsidios e incentivos a la inversión privada con retorno social.
Repetimos una premisa simple: no es cuánto se cobra, sino cómo se invierte y
qué resultados genera. Por
tal motivo, si el impuesto se convierte en infraestructura deportiva, campañas
permanentes de prevención y programas para el desarrollo escolar, entonces el
costo presente se traduce en mejora del desarrollo humano. Así, cuando la
política pública es funcional, aplicable y logra cambios sociales, es cuando
decimos: “valió la pena”, y no lo contrario. Finalmente,
me despido con lo que he mencionado anteriormente: “La confianza es el aceite
que hace girar el motor; cuando se agota, el sistema se calienta y se detiene”.
Por lo tanto, si el gobierno quiere pedir más esfuerzo a la sociedad, que
primero encienda la luz (trazabilidad, métricas y puertas abiertas) y entonces
sí, recaudemos, pero para transformar. Colaboración y visión compartida para
una industria fuerte.
*Presidente de Canacintra Colima
