CUANDO LA FERIA TAMBIÉN ES UN LUGAR PARA ELLOS
VÍCTOR MANUEL VILLALOBOS CHÁVEZ
Viernes 14 de Noviembre de 2025 11:08 am
AYER
fuimos a la Feria de Todos los Santos y, por unas horas, Colima brilló
distinto. Entre los juegos mecánicos, los colores vibrantes, los gritos
emocionados y el aroma inconfundible de feria, nuestros chicos (niños, jóvenes
y adultos con autismo y discapacidad) vivieron algo que a veces se les niega
sin darnos cuenta: diversión plena, alegría sin condiciones y pertenencia real. Esta experiencia no habría sido posible sin el apoyo decidido
del DIF Estatal Colima, su Voluntariado, Juegos García, el Iffecol (instancia
organizadora de la Feria de Todos los Santos) y todas las personas que, desde
sus trincheras, hicieron accesible cada espacio. A quienes nos recibieron con
paciencia, a quienes ajustaron tiempos para que subiéramos a los juegos, a
quienes no vieron diagnósticos sino sonrisas: gracias. No son atenciones
menores; son actos de humanidad real. Llevarlos
a la feria no debería ser un evento extraordinario, pero en un país donde la
discapacidad suele ser encasillada en esfuerzo, terapia, limitaciones y lucha
constante, un día como ayer se convierte en un recordatorio contundente: el
autismo no cancela la alegría. La discapacidad no elimina el derecho a la
diversión. La condición no borra la infancia, ni la juventud, ni la vida. Ayer
vimos pequeñas grandes victorias que tal vez pasarían inadvertidas para quien
no vive este camino: 1.
Un niño que teme a los ruidos logró caminar entre la multitud sin soltarse. 2.
Un joven que casi nunca expresa emoción soltó una carcajada en los carritos
chocones. 3.
Una madre que vive en tensión permanente respiró con tranquilidad al ver a su
hijo disfrutando sin miedo. Esos
instantes (pequeños para algunos, inmensos para nosotros) son los que sostienen
nuestro trabajo. Pero
también lo decimos con total claridad: agradecemos profundamente esta
invitación, pero el verdadero sueño es que no tengamos que esperar
invitaciones. Que no haga falta un día especial para que nuestros chicos sean
tratados como ciudadanos plenos. Que los espacios públicos sean, desde su
diseño, para todos. Un
Colima donde no existan miradas incómodas cuando un niño vive una crisis
sensorial. Un Colima donde ningún joven sea excluido de un espacio por
“comportarse diferente”. Un Colima donde la felicidad de una persona con
discapacidad no dependa de permisos, invitaciones o excepciones. Ayer
celebramos la feria, pero no olvidamos que el verdadero desafío sigue siendo la
violencia, la discriminación y la indiferencia social. No queremos aplausos por
permitirles disfrutar un día; queremos vivir en una sociedad donde disfrutar no
sea la excepción, sino la norma natural para cualquier persona. Aun
así, este día nos dejó esperanza. Esperanza en las instituciones que abrieron
camino. Esperanza en las manos que ayudaron sin preguntar. Esperanza en quienes
vieron a nuestros chicos como personas con derecho a reír y no como casos
clínicos. Porque
la verdadera inclusión no se legisla, se practica. No se presume, se vive. No
se anuncia, se siente. Ayer lo sentimos. Ayer lo vivimos. Ojalá mañana lo
construyamos todos.
*Director Ejecutivo de Fundación
Mexicana de Autismo TATO
