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La paleta del ingeniero



JUAN JOSÉ MEZA NÚÑEZ


Jueves 20 de Noviembre de 2025 1:41 pm


HACE unos días venía escuchando en la radio del vehículo otra discusión sobre impuestos, reforma tributaria para 2026, IEPS, recaudación, gasto público, déficit, deuda; palabras que para el sector empresarial ya no son teoría, sino una carga del día a día. Entre números y posturas, confieso que me sentía abrumado y reflexivo por la sensación de que siempre estamos “preparándonos para lo que viene”, aunque muchas veces falte claridad y rumbo.

De repente, mientras seguía manejando, el semáforo se puso en rojo y tuve que frenar. Volteé hacia un costado y, en un abrir y cerrar de ojos, apareció él. Era un niño con una condición física evidente (una joroba marcada en la parte alta de la espalda que desconozco el nombre médico de su enfermedad). Se acercó decididamente hacia la puerta del vehículo con valentía. Su mirada era fija y hablaba con mucha seguridad.

Sin pedirme nada, me dijo con una calma que desarma a cualquier cabeza dura y corazón de roca: “¿Ha notado usted que ese mototaxi lleva demasiadas personas? Van a ocasionar un accidente”. Volteé y me di cuenta de que venía cargado con más de cuatro personas, sin casco, riendo, como si la física y la probabilidad de un accidente no fueran con ellos. “¿Y cómo sabes eso?”, le pregunté. A lo que contestó: “Porque he leído sobre la capacidad de la moto. Es ilógico que la gente no lea”. Él  no estaba repitiendo una regañina moral; estaba describiendo un dato. Una capacidad de carga. Un límite técnico. Un hecho.

Seguimos conversando y le pregunté: “¿Qué te gustaría estudiar cuando seas grande?” Me miró y con una sonrisa enorme (de esas que uno no olvida), me contestó: “Quiero ser ingeniero”. Antes de que cambiara la luz, sacó una paleta, me la dio y, finalmente, me dijo: “Luego me da una moneda. Espero que esta paleta le ayude con sus preocupaciones”. Guardé un profundo silencio y reflexioné que a veces, la vida te pone frente a frente con realidades que no caben en un discurso.

Mientras ese niño leía capacidades de carga y advertía riesgos, yo pensaba en la “capacidad de carga” de la economía mexicana en 2025. Los datos que todos podemos revisar muestran un país en una encrucijada compleja:

1. La actividad industrial trae una caída anual cercana al -1.3 por ciento, aunque algunos subsectores manufactureros aún crecen ligeramente.

2. La inversión pública está en niveles históricamente bajos: alrededor de 2 por ciento del PIB, cuando organismos internacionales recomiendan al menos 5 por ciento para detonar infraestructura y desarrollo.

3. Casi 9 de cada 10 pesos de inversión en México los aporta el sector privado.

4. El nearshoring ha traído una IED récord (más de 34 mil millones de dólares en el primer semestre de 2025), pero gran parte se concentra en los polos de siempre: norte y centro del país.

Al mismo tiempo, el Gobierno Federal impulsa el llamado Plan México, con Polos de Bienestar, incentivos fiscales y metas ambiciosas de inversión total de 25 por ciento del PIB y la aspiración de colocar a México entre las diez economías más grandes del mundo. Estados como Colima han aprobado nuevas leyes de desarrollo económico, buscando aprovechar la ola del nearshoring, el puerto y su vocación logística.

La realidad nos recuerda que la industria mexicana avanza a dos velocidades: una que se monta en cadenas globales y otra que se queda atrapada entre “incertidumbre regulatoria”, infraestructura insuficiente y decisiones energéticas contradictorias.

No se trata de negar logros ni de caer en la crítica fácil. Se trata de algo más simple y exigente: decir la verdad con datos y proponer con seriedad.

Continuará en la columna 6. No se la pierdan.

 

*Presidente de Canacintra Colima