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Cocodrilos en Colima



JUAN AUGUSTO HERNÁNDEZ RIVERA*


Jueves 11 de Diciembre de 2025 10:04 am


 

LA riqueza natural del planeta se estima en más de un millón y medio de especies. México, reconocido como uno de los países megadiversos del mundo, alberga un tesoro biológico que se manifiesta en todos los rincones de su territorio. Entre sus habitantes más antiguos y fascinantes están los cocodrilos, reptiles que han encontrado en los manglares, ríos y lagunas un hogar perfecto. En Colima, uno de esos espacios es la Laguna de Alcuzahue, donde la historia de conservación ha tomado un rumbo esperanzador.

Durante los años setenta, la población de cocodrilos en México sufrió un declive drástico debido a la caza indiscriminada para obtener pieles. Dos especies nativas, Crocodylus moreletii y Crocodylus acutus, quedaron al borde de la desaparición en varias regiones del país y fueron incluidas en listados nacionales e internacionales de fauna vulnerable. Aquella época marcó un punto de inflexión: lo que había existido por millones de años estuvo a punto de desaparecer en unas cuantas décadas.

A partir de ese momento, México tomó acciones decisivas para la recuperación de estos reptiles. Entre ellas surgieron los programas de conservación y reproducción bajo el esquema de las Unidades de Manejo Ambiental (UMAs). En nuestro estado, la UMA La Colorada (ubicada en la zona de influencia de la Laguna de Alcuzahue) es actualmente un referente de manejo responsable. Allí se ha demostrado que la ciencia es clave para garantizar el futuro de las especies, especialmente cuando se trata de animales tan sensibles a los cambios en su entorno.

Uno de los avances más relevantes en esta línea es el conocimiento generado a partir del análisis de sangre de cocodrilos mantenidos en condiciones controladas. Aunque pueda parecer un procedimiento sencillo, los perfiles bioquímicos ofrecen información esencial sobre el estado nutricional, la salud de órganos internos y la respuesta fisiológica ante el ambiente. En otras palabras: permiten saber cómo está realmente un cocodrilo sin necesidad de intervenir de forma invasiva.

Recientemente, un estudio desarrollado en la propia Laguna de Alcuzahue evaluó a decenas de individuos de ambas especies y generó valores de referencia para distintos parámetros sanguíneos. Esta información es valiosa porque, por primera vez, se cuenta con datos específicos de cocodrilos de la región, lo que facilita detectar anomalías, identificar riesgos y tomar decisiones más acertadas en programas de conservación. Además, se confirmó que, en general, machos y hembras presentan patrones bioquímicos similares dentro de cada especie, lo que simplifica el monitoreo y la interpretación de resultados.

Esta clase de estudios fortalece los esfuerzos de manejo y coloca a Colima en un papel estratégico. La combinación de ecosistemas costeros, la presencia de instituciones comprometidas y la participación de especialistas ha permitido que los cocodrilos recuperen terreno en un hábitat que también sostiene a aves, peces, crustáceos y plantas esenciales para la salud del ecosistema.

Los cocodrilos han sobrevivido a transformaciones planetarias que extinguieron a innumerables especies. Su permanencia en nuestra región no es un accidente: es el resultado de decisiones basadas en ciencia, regulación y respeto por la vida silvestre. Cada avance en su estudio, por pequeño que parezca, se convierte en una herramienta para garantizar su futuro.

Cuidar de ellos no se trata solo de proteger a un reptil emblemático; es apostar por la estabilidad de los ecosistemas que compartimos. En Colima, los cocodrilos siguen recordándonos que la conservación no es un acto aislado, sino un compromiso que une ciencia, territorio y comunidad para construir un futuro más equilibrado.

 

*Profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la U de C