Los aranceles como política exterior en México
DAVID VILLARREAL ADALID
Martes 16 de Diciembre de 2025 9:47 am
DURANTE más de 3 décadas, la globalización fue
parte de la realidad económica. Las medidas proteccionistas, como los
aranceles, eran vistas como rezagos de un pasado lejano; el comercio buscaba
eficiencias y la inversión extranjera seguía exclusivamente la lógica del mercado. Esta narrativa ha ido perdiendo vigencia, y en
México no ha pasado desapercibida. La reciente decisión de incrementar
aranceles de hasta 50 por ciento a más de mil productos importados desde países
sin tratado comercial no es un ajuste administrativo, sino una decisión
profundamente geopolítica. La medida, que afecta principalmente a
importaciones de China, India y otros países asiáticos, ha sido justificada
como una defensa frente a prácticas desleales y de competencia asimétrica. El
argumento no es nuevo, pero sí el contexto internacional del que forma parte.
México no reacciona de forma aislada, sino adhiriéndose a un bloque geopolítico
de facto. Desde 2019, las medidas restrictivas al comercio
internacional se multiplicaron por cuatro, según la OMC. La inversión
extranjera directa global no solo se desaceleró como efecto transitorio de la
pandemia. Tras alcanzar su último máximo sostenido entre 2015 y 2016, con
flujos cercanos a 2 billones de dólares, la IED entró en una trayectoria
descendente persistente: cayó 12 por ciento en 2022, volvió a contraerse 18 por
ciento en 2023 y, lejos de recuperarse, en 2024 se mantuvo estancada en niveles
entre 25 y 30 por ciento inferiores a su pico previo. La globalización no colapsó; se ha reorganizado en
bloques. EU subsidia a su industria, restringe exportaciones
tecnológicas y condiciona el acceso a su mercado. China concentra más del 50
por ciento del procesamiento global de tierras raras y domina la refinación de
minerales de importancia estratégica para baterías y la transición energética.
Europa levanta barreras regulatorias bajo discursos de economía verde. México está en una posición incómoda. Es el
principal socio comercial de EU, profundamente integrado a sus cadenas
productivas por el T-MEC, pero también es un importador masivo de insumos
asiáticos que cimentan su identidad exportadora. Durante años, esa doble
inserción fue una fortaleza; hoy es un dilema. En 2024 México importó de India cerca de 5 mil 700
millones de dólares, buena parte en el sector automotriz y de componentes. Con
este nuevo esquema arancelario, hasta 75 por ciento del flujo podría verse
afectado. No es casual que India haya reaccionado de inmediato proponiendo
negociar un acuerdo comercial preferencial. Aquí aparece la paradoja contemporánea. México
insiste en que no se alinea a ningún bloque, no adopta discursos confrontativos
ni se suma a sanciones generalizadas. Pero, en un mundo de bloques, la
neutralidad económica es cada vez más costosa de sostener; es decir, la
ausencia de decisión es una decisión en sí misma. La soberanía económica ya no debería entenderse
como antes. No es abrirse sin reservas ni cerrarse bajo un discurso autárquico.
Es algo más complejo y menos cómodo: gestionar alianzas. Decidir de qué
mercados, tecnologías y flujos financieros se puede depender sin quedar
expuesto a presiones externas que comprometan la estabilidad, el crecimiento y
la autonomía.
*Presidente de la Asociación de
Egresadas y Egresados de Economía UCOL
