INDICADOR POLÍTICO
CARLOS RAMÍREZ
Armas de destrucción, Bush, adictoterroristas, CIA, Irak
Jueves 18 de Diciembre de 2025 9:20 am
EN enero de
2003, el presidente George Bush Jr. mintió a la nación y al mundo con el
argumento ante el Capitolio de que el gobierno de Sadam Husein en Irak había
conseguido toneladas de uranio enriquecido para construir bombas nucleares de
destrucción masiva. La CIA y el MI-6 de Londres inventaron el argumento. Y el
presidente de EU se saltó a la ONU e invadió Irak para terminar con el
ahorcamiento de Hussein. El presidente
Donald Trump está en la lógica Bush 2.0 con lo de las armas de destrucción
masiva, sobre todo porque las fuerzas militares invadieron Irak y revolvieron
todo el país para no encontrar ni una sola prueba ni pista de las dichosas
armas. El discurso de Bush Jr. se conoce como la mentira de 16 palabras que
regresó a Washington en la senda de la invasión imperial. La tesis del
presidente Trump sobre el fentanilo como arma de destrucción masiva crea dos
escenarios que complican la política exterior militarizada de la Casa Blanca: 1. De modo
inmediato, se debe prever que Washington no tardará en desplegar fuerzas
militares en todo el corredor de México a la entrada a Sudamérica por Colombia
y Venezuela para destruir físicamente los laboratorios de producción de
fentanilo, aunque habrá que esperar si el presidente Trump también invadirá
China, porque desde ahí vienen los precursores de fabricación de opioides e
inclusive ya se tienen sospechas de que existen laboratorios en el oriente. 2. El
presidente Trump encara la categoría propia del terrorismo interno porque el
fentanilo como ADM se sustenta en la existencia de cien millones de
consumidores locales de droga que pudieran ser caracterizados como
adictoterroristas. Estos consumidores (alrededor de un tercio de la población
americana) son los que alimentan la producción externa y el contrabando interno
de fentanilo para su distribución bajo las narices de la DEA en los 50 estados
de la Unión Americana y en más de tres mil ciudades. El presunto
uranio para Irak en el contexto de las armas de destrucción masiva en 2003
descompuso la credibilidad, muy menguada, de la CIA. Al interior de la agencia,
el diplomático Wilson, esposo de la agente operadora Valeria Plame, fue
contratado para ir a Nigeria a “probar” lo de los tubos de uranio, pero su
conclusión fue negativa. Sin embargo, el asesor de seguridad nacional del
vicepresidente Cheney, Scooter Libby, obligó a la CIA a tergiversar su informe,
y como castigo le filtró al The New York
Times que la esposa del diplomático (y dio su nombre) era operadora de
campo de la CIA, violando la ley. El funcionario fue encarcelado y luego
indultado. Y finalmente,
los cárteles de narcotráfico son organismos delictivos transnacionales que
operan (y lo confirman las evaluaciones de la DEA) en la inseguridad pública,
que se dedican al contrabando y venta clandestina de droga y cuya capacidad de
organización criminal se usa solo para combatir entre los propios cárteles en
la disputa de territorios. Trump declaró
narcoterroristas a seis cárteles mexicanos y no sirvió, y ahora decreta el
fentanilo como arma de destrucción masiva, pero sería más bien una droga del
suicidio colectivo de la sociedad americana.
Política para dummies: la política es una guerra sin armas.
