Un recurso vital, derecho esencial
JOSÉ LUIS NEGRETE ÁVALOS
Jueves 18 de Diciembre de 2025 9:17 am
EN el acontecer de un México que, de forma inevitable, parece
encontrarse dividido entre lo urbano y lo rural, entre el campo y la ciudad,
las problemáticas y situaciones que enfrentan quienes habitan en cada uno de
estos espacios muestran diferencias visibles. Ello, de acuerdo con las
características de cada entorno, genera diversas perspectivas de actuación por
parte de los gobiernos en los ámbitos municipal, estatal y federal, lo que
condiciona las estrategias y acciones destinadas a ofrecer, en el corto y
mediano plazos, posibles respuestas. Si bien estas
diferencias entre lo rural y lo urbano resultan evidentes, existen efectos
directos sobre el acontecer cotidiano en ambos contextos, sin importar la
ubicación de comunidades o ciudades, que padecen por igual deficiencias
latentes. El tema del
abasto de agua es una preocupación recurrente, dada la necesidad primordial de
contar con el vital líquido. Las decisiones en torno a su manejo adecuado y a
su distribución eficiente generan debate y controversia, particularmente bajo
el entendimiento de la preservación y el cuidado de este recurso indispensable. En ese
sentido, el entramado legal vuelve a aparecer en escena a través de los
tratados internacionales que históricamente han entrelazado la vida de las
naciones, como ocurre entre Estados Unidos y nuestro país, así como mediante el
marco constitucional y las leyes y reglamentos que buscan fortalecer la
distribución del recurso hídrico y, en principio, erradicar desigualdades en el
abasto. Ante este
escenario surge una pregunta central: ¿cómo garantizar una distribución
equitativa y justa del agua potable sin que las leyes o reglamentos vulneren
los derechos de las comunidades rurales? La respuesta
debe abordarse desde una perspectiva objetiva, entendiendo que el marco
jurídico, desde su origen, pretende adecuar las normas a los entornos en los
que se distribuye el agua para su uso en diversas actividades que generen
beneficios dentro de los territorios donde el recurso está disponible.
Ello puede
lograrse mediante acuerdos, convenios o concesiones orientadas a mejorar y
aprovechar de forma adecuada el recurso, ya sea en beneficio de las propias
comunidades o de particulares, pero siempre bajo una comprensión puntual de las
características específicas de cada zona. De ahí la importancia de que las
leyes se enmarquen en la realidad y las circunstancias en las que las
comunidades buscan su desarrollo; si este sentido se desvía, la problemática
será mucho mayor que aquella para la cual, en un inicio, se pretendía ofrecer
una respuesta.
