La tercera ola del Covid-19 en México nos deprime con más
dudas a las que ya nos había defenestrado el inicio de 2020. Tal vez nos
ofrezca sólo una certeza relevante: las vacunas son un gran paliativo que
disminuye considerablemente los efectos negativos de la enfermedad. Pero las variables para interpretar a la pandemia son
infinitas, y por más información especializada que se genere, por más datos
científicos que se obtengan, el final de la crisis sanitaria pareciera alejarse
aún más. El poder biopolítico del Covid-19 es amplísimo, y ha
permitido a los gobiernos experimentar diversas formas de organización de las
masas, desde medidas autoritarias hasta la construcción de metáforas inanes en
los discursos políticos. La más sorprendente ha sido la franca incorporación de
la administración de la muerte en la función pública de distintas naciones. Dado que el virus no distingue razas, ni clases, ni
géneros, ni edades (el último brote ha atacado con virulencia a menores de
edad, librados de los primeros brotes), ni ninguna categoría social para su
interpretación, el Covid-19 es una ecuación que parece irresoluble. A partir de generalidades sólo podríamos aventurar
algunas variables evidentes. Las poblaciones con mayor desigualdad social
también han sido las de mayor tasa de mortandad. Lo mismo se puede decir de las comunidades con altos
índices de comorbilidades. Las poblaciones con esquemas de salud endebles han
padecido una mayor mortandad. Una tercera variable se ubicaría en una dimensión de
formación ciudadana y cultura: hábitos, costumbres y prácticas cotidianas,
asociadas al bienestar integral, ayudan a estados de ánimo positivos esenciales
para enfrentar a la pandemia. El Covid-19 ha trasladado la eugenesia biológica a una
determinada por tres variables con un fuerte enfoque social: desigualdades,
salud y formación cultural. Es una eugenesia teleológica: sobrevivirá una nueva
civilización. Ello explicaría la vulnerabilidad de la
población desde la indeterminación de raza, género, edad o condición social. El Covid-19 lo mismo ataca a una persona adulta rica con
mala condición física y malos hábitos de conducta, que a un joven pobre
profesionista con mala conducta sociocultural. La biopolítica eugenésica del Covid-19 determina una
etapa civilizatoria capaz de adaptarse a esas condicionantes: poblaciones con
igualdad económica, buen estado de salud y buenos hábitos de vida.
