Radiografía del crimen organizado en la CDMX: Cárteles, células locales y el nuevo rostro del terror urbano

Jueves 22 de Mayo de 2025 6:09 pm
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El reciente asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz —secretaria particular y coordinador de asesores de la jefa de Gobierno, Clara Brugada— ha puesto al descubierto la compleja red criminal que opera en la Ciudad de México. Lejos de ser un caso aislado, el doble homicidio apunta a una ejecución calculada por manos entrenadas y posiblemente ligadas a estructuras de crimen organizado con conocimiento detallado del terreno.
La capital mexicana, antes considerada una “zona neutral”, se ha convertido en una plaza codiciada por el narcotráfico. Según el más reciente informe de la DEA (Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2025), al menos seis cárteles de alcance nacional y más de 50 células locales están activas en la metrópoli.
Los cárteles nacionales con presencia en la capital
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Cártel de Sinaloa
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Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)
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Cártel del Noreste (CDN)
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La Familia Michoacana
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Nueva Familia Michoacana
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Cártel del Golfo
Estos grupos han ampliado su alcance más allá del narcotráfico. Ahora también controlan redes de extorsión, tráfico de armas, personas y sofisticados esquemas de lavado de dinero.
El CJNG, por ejemplo, mantiene una estructura sólida en 14 de las 16 alcaldías. Desde su ingreso por Milpa Alta y Xochimilco en 2017, ha protagonizado actos violentos como el atentado contra el exjefe de la policía, Omar García Harfuch, en 2020. Actualmente mantiene alianza con La Antiunión, rival directa de La Unión Tepito, el grupo criminal históricamente más fuerte en el centro de la capital.
El regreso del Cártel de Sinaloa
Aunque en años recientes se afirmaba que el Cártel de Sinaloa había perdido fuerza en la ciudad, los hechos dicen lo contrario. Enfrentamientos armados, detenciones de operadores como "Leo" y atentados en zonas del sur, como Topilejo (Tlalpan), evidencian su presencia. Incluso, el grupo de Los Chapitos mantiene redes activas en alcaldías como Iztapalapa y Magdalena Contreras.
La Familia Michoacana y sus rutas hacia la CDMX
Este grupo, junto con su escisión más violenta —la Nueva Familia Michoacana—, ha logrado infiltrar varias zonas de la capital a través de rutas que conectan con el Estado de México y el puerto de Lázaro Cárdenas. Aunque su operación es menos visible, su influencia en barrios populares es creciente.
Por otro lado, el Cártel del Golfo mantiene una estructura más discreta en el oriente de la ciudad, operando a través de células que evitan los reflectores, pero participan en delitos como trata de personas y narcomenudeo.
La Unión y La Antiunión: Guerra urbana
Dos bandas originadas en el corazón de la capital libran una guerra sin tregua: La Unión Tepito y La Antiunión. La primera domina en zonas como el Centro Histórico, Azcapotzalco y Tlalpan; la segunda, aliada con el CJNG, busca arrebatarle el control a base de ejecuciones y atentados. Ambas organizaciones reclutan jóvenes —a veces menores de edad— para sus tareas más violentas.
Células locales: violencia al por mayor
Además de los grandes cárteles, más de 50 grupos criminales pequeños —con nombres como Los Canchola, Los Rodolfos, Los Bonitos, Los Boguetos, Los Gastón, Los Tanzanios o Los Paraguayos— operan con brutalidad en distintas alcaldías. Su presencia se siente en delitos cotidianos: extorsiones, cobros de piso, ajustes de cuentas y secuestros.
A esta radiografía se suma la presencia de organizaciones extranjeras como el Tren de Aragua, grupo criminal venezolano que ha ganado terreno en actividades como trata de personas, explotación sexual y secuestros en zonas periféricas.
Un nuevo desafío para la capital
La Ciudad de México ya no es únicamente un punto de tránsito para el crimen organizado. Hoy es un centro estratégico en disputa, donde la violencia responde no sólo a pugnas territoriales, sino también a ajustes entre cárteles nacionales, mafias locales y actores internacionales.
Mientras Clara Brugada exige justicia por los asesinatos recientes, las autoridades enfrentan un reto mayor: desarticular una red delictiva profundamente enraizada en la vida urbana de la capital.