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Día de Muertos, tradición mexicana



Elena DEL TORO

Domingo 28 de Octubre de 2018 9:04 am

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La tradición del Día de Muertos está más fuerte que nunca. Los colimenses se preparan para recordar a sus familiares difuntos con comida, bebida y flores.


LA tradición del Día de Muertos está más fuerte que nunca. Los colimenses se preparan para recordar a sus familiares difuntos con comida, bebida y flores.

Hace casi 3 décadas, existió preocupación porque en las escuelas se le estaba dando auge al Halloween, lo cual, “con mucho trabajo se revirtió, y ahora cada escuela organiza su ofrenda”, refiere el promotor cultural, José Antonio Enciso Núñez.

La celebración de Día de Muertos tiene su origen en la época prehispánica, aunque posee elementos de La Colonia, indica el también director del Museo Universitario de Artes Populares “Ma. Teresa Pomar”.

“Las verdaderas tradiciones que nos unen y nos alientan como mexicanos son las que tienen un origen prehispánico y que están relacionadas con la familia”, puntualiza.

La fiesta comienza el 29 de octubre, cuando un santo abre las puertas para que salgan los difuntos, y sigue el 31 de octubre con el campaneo. El 1 de noviembre se festeja a los niños difuntos, a quienes se les colocan juguetes y flores; el 2 de noviembre se venera a los muertos adultos.

 

CELEBRACIÓN MEXICANA

 

Mientras que en países europeos le tienen “tirria” a la muerte –tal  vez porque el pintor español, Goya, en sus grabados satirizaba a la muerte con cuerpos descarnados y colgados–, en México se recuerda a los difuntos con música, comida, papel picado, fuego e incienso.

Esto se hace, “para venerarlos y decirles que vuelvan y que estén al pendiente de nosotros. Con cariño, afecto y mucho amor, porque se les recuerda, los estamos esperando cada año”, comenta José Antonio Enciso.

En torno a la fiesta también hay muchas creencias, pues hay quienes dicen que la comida que se les ofrece a los muertos pierde el sabor porque “el muertito ya llegó y la probó; y que el agua se hace desabrida porque el muertito se tomó la esencia del agua”.

Señala que los elementos que no deben faltar en el altar de muertos son las velas, el papel picado, incienso, agua, flor de cempasúchil, comida, ropa y una fotografía del difunto. Y explica el significado de cada uno de ellos:

“La vela los guiará por el camino de la oscuridad, el papel es alegría, el incienso purifica el cuerpo, la comida es como cuando hacemos una fiesta y preparamos lo mejor para nuestros invitados, el agua porque viene sediento, la ropa para que se cambie, la flor de cempasúchil porque es la flor de los 20 mil pétalos que huele desde lejos; la fotografía para que se sienta considerado, sus cigarros, el vino que tomaba”, entre otros artículos que cada familia considere que harán sentir bien al difunto.

Enciso Núñez precisa que en esta festividad florece el cempasúchil y tenemos un ciclo que termina. “Llega el otoño y llegan las cosechas, que inician en febrero y marzo; en octubre y noviembre termina el proceso, nos vamos al campo y las plantas están jiloteando, están finiquitando, precisamente con la parte astrológica”. Añade que en esta temporada viene el frío, empieza anochecer más temprano, “llega la muerte, llega la noche, es una manera de representarlo a través del canto, ceremonias, rituales, danzas, máscaras, indumentaria y rezos, lo que nos presenta la riqueza de la celebración del Día de Muertos”.

Agrega que la tradición del Día de Muertos está relacionada con el credo, las tradiciones y las formas de vida, “es una de las actividades que más se han influenciado en la propia comunidad, no solamente el venerar a los muertos como una tradición, sino que ayuda a fomentar valores y unir a la familia.

 

RESCATE DE TRADICIONES

 

Enciso indica que el Museo Universitario de Artes Populares “Ma. Teresa Pomar” ha rescatado algunas tradiciones, y desde hace aproximadamente 30 años fomentan la elaboración de Altares de Muertos.

En Colima, únicamente se colocaban velas y comida sobre mesas de madera, “de manera sencilla, porque era familiar, y afuera de las casas la gente llevaba coronas de flores, y se reunían en el panteón”. Refiere que en Suchitlán, la noche del 1 para amanecer el 2 de noviembre, velan a los muertos.

“El campaneo solemne a los fieles difuntos” es una de las expresiones con la cual se inicia la celebración del Día de Muertos.

La actividad cayó en desuso, pero desde el año pasado se retomó, y continuará este 2018 en coordinación de la Universidad de Colima y el Instituto de Ferias y Exposiciones de Colima.

“El día 31 de octubre, en la noche, echamos a volar las campanas con un sonido de mucho respeto”, este año participarán más iglesias que están en los municipios de Colima, Villa de Álvarez, Comala y Cuauhtémoc. Por ello, advierte, si el 31 escuchan las campanas, es la bienvenida a los fieles difuntos, “los estamos orientado con sonido para que lleguen a las iglesias”.

 

CREENCIAS PASADAS

 

Anteriormente, en la iglesia se hacían rituales litúrgicos a la media noche, pero se acabaron. En las comunidades indígenas de Suchitlán y Zacualpan, la gente esperaba a sus difuntos para orientarlos y pudieran llegar a sus casas a comer.

En Colima, en el Siglo XVI había peregrinaciones con antorchas para aluzarles el camino a los muertos. También se escuchaban cantos especiales, el 1 y 2 de noviembre, para retirar a los malos espíritus de los difuntos.

Explica que el 1 noviembre se recuerda a los niños. La muerte en la época prehispánica definía a dónde se iban las almas de los pequeños: si morían por una situación de agua, como de un rayo, se iban al Tlalocan; si morían muy pequeños, se iban con un personaje que les daba pecho.

“De la manera en que morían, era a donde se iban a su espacio etéreo en el que iban a permanecer, cumplir un ciclo, bajar nueve escalones y luego los iban a subir”, explica. Por eso, dice, las tumbas de tiro parecen el vientre de una mujer, en donde colocaban a los angelitos. “Los metían otra vez al vientre de la madre tierra para cumplir el proceso de purificación y después, ellos, de manera simbólica renacían a través de la reencarnación”.

A los muertos chiquitos se les ofrecen juguetes, y antes se les ofrecían guías. En Colima había dos tipos de ofrenda: la corona y la guía, esta última era un elemento recto, al cual le ponían flores.

“Si el niño había muerto sin los sacramentos, le ponían flores blancas; si falleció con los sacramentos, como bautizado o confirmado, le ponían flores de color rojo o azul, dependiendo si era niño o niña”.

 

FESTIVALES CULTURALES

 

La Universidad de Colima y el Museo Universitario de Artes Populares “Ma. Teresa Pomar” llevan a cabo el Séptimo Festival Cultural Universitario “Noche de las Ánimas”, con exposiciones, conferencias, concursos, muestra gastronómica, cine y performance. Termina el miércoles 31 de octubre.

En tanto, el Ayuntamiento de Colima realizará el Festival del Día Muertos 2018, el 1 y 2 de noviembre en el Panteón Municipal. Habrá participación de grupos de música autóctona y latinoamericana, misa y serenata a los fieles difuntos.

Además, hay festivales organizados por otros ayuntamientos, instituciones e iniciativa privada, que demuestran la importancia de la fiesta del Día de Muertos.

Elena DEL TORO



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