Esto le sucede a tu intestino por no dormir lo suficiente
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Lunes 23 de Septiembre de 2019 4:24 pm
+ -Una investigación destaca que la función de células inmunitarias, que contribuyen intensamente a la salud intestinal, está directamente controlada por el reloj circadiano del cerebro.
Una nueva
investigación del Centro Champalimaud para lo Desconocido en Lisboa (Portugal)
descubrió que la función de un grupo de células inmunitarias, que se sabe que
contribuyen intensamente a la salud intestinal, está directamente controlada
por el reloj circadiano del cerebro, según publican en la revista científica Nature.
Es bien
sabido que las personas que trabajan en turnos nocturnos, o viajan a menudo a
través de diferentes zonas horarias, tienen una mayor tendencia a tener
sobrepeso y sufrir inflamación intestinal. La causa subyacente de este fenómeno
fue el tema de muchos estudios que intentaron relacionar los procesos
fisiológicos con la actividad del reloj circadiano del cerebro, que se genera
en respuesta al ciclo de la luz del día.
“La falta de
sueño, o los hábitos de sueño alterados, pueden tener consecuencias dramáticas
para la salud, lo que resulta en una variedad de enfermedades que con
frecuencia tienen un componente inmune, como afecciones inflamatorias
intestinales -explica Henrique Veiga-Fernandes, el investigador principal que
dirigió el estudio-. Para comprender por qué sucede esto, comenzamos
preguntando si las células inmunes en el intestino están influenciadas por el
reloj circadiano”.
Casi todas
las células del cuerpo tienen una maquinaria genética interna que sigue el
ritmo circadiano a través de la expresión de lo que comúnmente se conoce como “genes
del reloj”. Los genes del reloj funcionan como pequeños relojes que informan a
las células de la hora del día y, por lo tanto, ayudan a los órganos y sistemas
que las células forman juntas, anticipan lo que sucederá, por ejemplo, si es
hora de comer o dormir.
Aunque estos
relojes celulares son autónomos, aún deben sincronizarse para asegurarse de que
todos estén coordinados.
“Las células
no tienen información directa sobre la luz externa, lo que significa que los
relojes celulares individuales pueden estar apagados -explica Veiga-Fernandes-.
El trabajo del reloj del cerebro, que recibe información directa sobre la luz
del día, es sincronizar todos estos pequeños relojes dentro del cuerpo para que
todos los sistemas estén sincronizados, lo cual es absolutamente crucial para
nuestro bienestar”.
Entre la
variedad de células inmunes que están presentes en el intestino, el equipo
descubrió que las células linfoides innatas de tipo 3 (ILC3) eran
particularmente susceptibles a las perturbaciones de sus genes de reloj
circadiano.
“Estas
células cumplen funciones importantes en el intestino: combaten las
infecciones, controlan la integridad del epitelio intestinal e instruyen la
absorción de lípidos -explica Veiga-Fernandes-. Cuando interrumpimos sus
relojes, descubrimos que la cantidad de ILC3 en el intestino se redujo
significativamente. Esto resultó en una inflamación severa, la ruptura de la
barrera intestinal y una mayor acumulación de grasa”.
Estos
resultados consistentes llevaron al equipo a investigar por qué el reloj
circadiano del cerebro afecta tan fuertemente el número de ILC3 en el
intestino. La respuesta a esta pregunta terminó siendo el eslabón perdido que
estaban buscando.
Cuando el equipo
analizó cómo la interrupción del reloj circadiano del cerebro influyó en la
expresión de diferentes genes en ILC3, descubrió que resultó en un problema muy
específico: faltaba el “código postal” molecular. Sucede que para localizar al
intestino, los ILC3 necesitan expresar una proteína en su membrana que funciona
como un código postal molecular.
Esta “etiqueta”
instruye a los ILC3, que son residentes transitorios en el intestino, a dónde
migrar. En ausencia de las entradas circadianas del cerebro, los ILC3 no
pudieron expresar esta etiqueta, lo que significaba que no podían llegar a su
destino.
Según
Veiga-Fernandes, estos resultados son muy emocionantes, porque aclaran por qué
la salud intestinal se ve comprometida en las personas que están rutinariamente
activas durante la noche.
“Este
mecanismo es un hermoso ejemplo de adaptación evolutiva -destaca
Veiga-Fernandes-. Durante el período activo del día, que es cuando se alimenta,
el reloj circadiano del cerebro reduce la actividad de los ILC3 para promover
un metabolismo lipídico saludable. Pero luego, el intestino podría dañarse
durante la alimentación. Entonces, después de que el período de alimentación
haya terminado, el reloj circadiano del cerebro ordena a los ILC3 que regresen
al intestino, donde ahora se necesitan para luchar contra los invasores y
promover la regeneración del epitelio”.
“No sorprende
entonces -continúa- que las personas que trabajan de noche puedan sufrir
trastornos inflamatorios intestinales. Tiene que ver con el hecho de que este
eje neuroinmune específico está tan bien regulado por el reloj del cerebro, que
cualquier cambio en nuestros hábitos tiene un impacto inmediato en estas
importantes células inmunes antiguas”.
Este estudio
se une a una serie de descubrimientos innovadores producidos por
Veiga-Fernandes y su equipo, todos los cuales establecen nuevos vínculos entre
los sistemas inmunitario y nervioso.
“El concepto
de que el sistema nervioso puede coordinar la función del sistema inmune es
completamente nuevo. Ha sido un viaje muy inspirador, cuanto más aprendemos
sobre este vínculo, más entendemos lo importante que es para nuestro bienestar
y esperamos ver lo que encontraremos a continuación”, concluye.