Sueño a coordenadas de infancia

Norma Navarrete
Martes 28 de Diciembre de 2021 8:41 pm
+ -
Mi zona de confort es la infancia.
Abrazo todos los muñecos azules
que he tenido a lo largo de mi vida,
son nubes grandes de diferente figura.
Mi zona de confort es la infancia.
Aunque no haya podido correr
libremente en un campo.
Mi zona de confort,
en este momento de pandemia,
sigue siendo la mirada de un niño:
abierta, transparente, puente con vista al mar.
Si pudiera viajar en un transatlántico,
sería a coordenadas de ilusión.
La infancia es una estación
donde todos queremos parar
sin continuar.
La vida es una gran montaña
donde subimos y subimos.
Es muy cansado seguir ese trayecto,
pero si visitamos la estación infancia
todo parece más divertido.
Las mariposas nos comparten
su vuelo migratorio.
Las aves tienen mensajes para nosotros.
Las libélulas sostienen una cámara
para una fotografía con marco dorado,
donde sus alas son tan fuertes
que nunca dejan de servir al vuelo.
De regreso a las nubes
guardo sus figuras en un sobre:
gigantes, ballenas, pingüinos
y algo más.
Estamos a punto de cruzar a un nuevo año.
La pandemia no se detiene.
Nosotros sí, paramos en la estación infancia
y la montaña es de azúcar.
Es bueno saborear de este pastel
Llamado vida.
Y decir con ojos entrecerrados:
“aún podemos abrazar los muñecos
de nuestros sueños, los más grandes y felices”.
Uno de estos sueños es ser auténticos.
Decir las cosas de frente,
mirar la silueta del aíre dar vuelta
en una esquina para decir adiós a la pandemia.
En un salón donde los niños se presentan a la escuela
de forma escalonada, con sonrisa despierta,
cantan a la vida, sin perder la esperanza.
Miran al maestro al frente que también canta
para ignorar el peligro de saber que cualquier día
podemos pronunciarnos en favor y en contra del virus de la
tristeza,
que se ha metido lentamente a nosotros desde años
y no hay vacuna que pueda remediarlo.
Sin embargo las molestias de este virus
se han transformado en ocasiones en poemas,
pinturas y palabras.
Las palabras se visten de muchos colores y abundan,
Saltan, descubren nuevas aventuras
en un kilometro donde hay un mar rosa.
En el kilometro 238 o 215, no importa.
es la ilusión de seguir, de continuar,
de subir a la montaña.
Añadir un poco más a este viaje
Y saber que no hay fin
Nuestro pie aunque se halle cansado
no se derrota ni por clavos ni por noches
ni por desencuentros o despedidas.
Las despedidas a veces son largas o cortas,
algunas tienen una
flor color bermellón,
un ataúd o una estatua.
Otras saltan y se transparentan.
con sus picos buscan algo dentro del agua,
como las aves que nadan en ondas azules
en un estanque donde la vida no se detiene.
Fluye y hace eco de todas esas cosas
que están debajo de nosotros a una profundidad
donde todo es incierto, pero maravilloso.
Cada vez que observamos un ave,
profundizar en la búsqueda de su alimento,
sabemos que nosotros también
nos alimentamos de muchas cosas:
especialmente de sueños.